viernes, 13 de abril de 2012

Maria Cornelia Olivares

Dibujo obtenido en el Museo Histórico Militar e incluido en el libro "La Historia de Chillán Viejo" de Sergio Gana Lagos.
Javiera Carrera, Inés de Suárez, Rosa O'Higgins y Paula Jaraquemada son nombres comunes de escuchar a la hora de hablar del aporte realizado por las mujeres a la historia de Chile.

Sin embargo, también han existido otras, cuyas identidades han pasado casi desapercibidas. Por esta razón, Chillán Antiguo esta vez viene en destacar a una de las suyas; María Cornelia Olivares.

Al parecer provenía de una familia aristócrata de Chillán, y ha sido descrita como una mujer vehemente, fogosa y de una audacia temeraria, que hablaba con una facilidad extraordinaria, elocuente. “Hombres i mujeres deben tomar las armas contra los tiranos. La libertad a todos beneficia, todos deben amarla i defenderla”, decía a los vecinos. No comulgaba con las ideas monárquicas, por lo que frecuentemente se la escuchaba hablar de luchar por la liberación de la patria. Los españoles alarmados con la propaganda de este adversario, poderoso por su misma debilidad, la amenazaron con encerrarla en vida si no guardaba silencio; se la prohibió salir de su casa. Puede decirse que la autoridad fue amable i cortés con ella, tal vez a secuencia de antiguas relaciones i parentescos”.

Finalmente, la gota de su patriotismo rebalsó el vaso de la paciencia realista y la valiente María Cornelia fue detenida por los soldados, quienes le cortaron las cejas y la pelaron al rape. Digna, ella replica que “la afrenta recibida por la Patria, en vez de humillar, enaltece”…para posteriormente exhibirla y humillarla por las calles de la ciudad durante cuatro horas.

En 1818, el Director Supremo Bernardo O´Higgins la distinguió como “Ciudadana Benemérita de la Patria”, por ser “una de las chilenas más honorables del Estado”, debido a su colaboración en la difusión de ideas revolucionarias y por incitar a los patriotas a combatir el colonialismo español.

Es una de las patriotas más destacadas de la Independencia de Chile, aunque no ha logrado generar la fama de una Paula Jaraquemada.

“…Tal véz no tenga un trono, ni se encuentre en una estatua representada; pero aún así, ni el correr apresurado del tiempo ha logrado sepultarla en el lecho del olvido….Porque entre las silenciosas calles polvorientas y los árboles que bordan Chillán Viejo se escucha en las noches tenebrosas de invierno, cómo clama rugiente el viento su nombre de epopeya y valentía, tratando quizás de recordar a los chillanejos que antes que ellos vinieran a formar parte de la ciudad, hubo alguien que quiso dejarles una tierra más que fértil: ¡liberada! (Chillán Gesta de cuatro siglos – 1980)

Fuente EMOL. Libro Chillán Gesta de cuatro siglos.

Iglesia Presbiteriana en Chillán (1º de abril de 1894)

IGLESIA PRESBITERIANA EN CHILLÁN
La llegada a Chillán del misionero norteamericano, Rev. Guillermo B. Bhoomer y su esposa, fieles exponentes de la doctrina evangélica reformada alrededor de 1890, permitió, después de un intenso trabajo, la organización de la primera Iglesia Presbiteriana en la ciudad de Chillán, el 1º de abril de 1894. Iglesia cronológicamente la más antigua de la ciudad.




Primera iglesia protestante en llegar a Chillán y organizada oficialmente el 1º de abril de 1894; al igual que en otras ciudades importantes del país, los residentes de origen europeo se agregan a la naciente iglesia protestante. Algunos son comerciantes (revisar en este mismo blog, Colonia Alemana en Chillán); pequeños industriales o agricultores. Predominan los franco-suizos,(Valette, Richard) pero más tarde se agregán descendientes de españoles (Calderón, Olivares,) y ya a principios del s. XX, la colonia árabe a través de sus familias Rabié y Abud.

De destacadas homilias y trabajo celoso que atrajo a destacados personajes del mundo liberal en el devenir de un país más pluralista y laico fueron los trabajos de sus rev. Enrique Krauss, Juan Bautista Aracena, Carlos Cañón, Rodolfo Vergara, Victor Harboe, Horacio Gonzalez Contesse.

La presencia protestante en la sociedad, en general, es sinónimo de libertad de conciencia, de amplias y ecuánimes posibilidades de acceso al conocimiento y al desarrollo personal.

DOCUMENTOS CONSTITUCIONALES

a.- Confesión de Fe.
b.- Forma de Gobierno.
c.- Libro de Disciplina.
d.- Directorio del Culto.

Esta Constitución contiene convicciones que llegaron a ser decisivas en la formación de lo que se conoce como “estilo presbiteriano o calvinista”, d las cuales se destacan:

a.- La  biblia, única regla de fe y práctica.
b.- Soberanía de Dios.
c.- Cristo, el centro de la vida y de la historia, el único Salvador del hombre.
d.- Dios es el único Señor de la conciencia.
e.- Sostiene y propicia el sistema de gobierno democrático representativo.


IGLESIA PRESBITERIANA EN CHILE
Fundada el 7 de junio de 1868, en la ciudad de Santiago, fue la primera Iglesia Protestante Chilena cuyo origen estuvo en la respuesta, responsabilidad y celo misionero del Dr. Rev. David Trumbull y de la Iglesia Presbiteriana Unida de U.S.A.

Sus orígenes se remontan a los tiempos de la Reforma y a la “doctrina Calvinista”, su nombre “Prebiteriano” deriva de Presbítero = Anciano (Gobierno de los Ancianos). En Francia recibieron el nombre de Hugonotes, en Inglaterra de Presbiterianos y en Escocia de Puritanos; traspaso a América con los Puritanos del Mayflawer y a Chile en la Patria Vieja con José Miguel Carrera. Con el pasar de los tiempos, las ideas progresistas y anti-clericales; y una fuerte imigracion de ingleses, franceses, norteamericanos, que por motivos de comercio y de una nación que comenzaba a vislumbrarse como una proeza industrial, atrajo la mirada de cientos extranjeros.

A MODO DE PRÓLOGO
La rancia y añeja dominación española, durante el tiempo del reino, impidió el acceso a Chile, como al resto de sus demás colonias de América, de todo elemento extraño a su bandera y a su origen. Durante tres siglos la vigilancia cautelosa y llena de recelos suspicaces de los españoles, mantuvo alejados de sus dominios de ultramar al comercio extranjero, de tal modo que era imposible encontrar en las tierras del America del Sur un alemán, ingíés, holandés, francés o norteamericano. Estos eran considerados como herejes, por tener otra religión que la católica; y de ahí el afán del Gobierno y clero de no permitir subditos de estas naciones. (se aconseja estudiar el tema del pueblo judío en América, y como llegaron con los conquistadores pero ocultando sus orígenes y creencia).

El clero quería a toda costa mantener esclavas y en ignorancia las conciencias. Por esto el ingreso de libros, mercaderías, herramientas, diarios y papeles impresos de procedencia europea, estaban sometido a la más minuciosa censura y los que eran sorprendidos introduciendo artículos de otra procedencia que no fuera de España, eran perseguidos implacablemente, confiscadas sus mercaderías o libros y expulsados en el acto de la Capitanía General; cuando no quemados como herejes (revisar la historia del  vecino de Concepción, médico Francisco Maldonado, judío que fue delatado y trasladado a Lima para su auto de fé, año 1639), porque sobre la libertad del pensamiento y de la idea, primaba la mano mortífera y formidable de la Santa Inquisición. 

Proclamada la Independencia se estableció el comercio con todas las naciones extranjeras que encontraron abiertas las puertas para sus industrias y mercaderías. Luego comenzaron afluir al país numerosos súbditos ingleses, norteamericanos, alemanes, franceses y holandeses, que tenían otras ideas en diferentes materias, especialmente en religión. La muralla china que por trescientos años circundó la América, fue la causa más poderosa para que la Iglesia Católica se sintiera dueña de todos los corazones; en su mano estaba tanto el poder civil, como el religioso, la enseñanza, que más era para aprender a rezar que otros conocimientos. El pobre por lo general no recibía educación, y así era fácil mantenerlo en el engaño; jamás, durante generaciones y generaciones, habían conocido otra religión que la Católica y nunca habían sabido que en otros países existían formas y maneras distintas de adorar a Dios. Este era el estado de Chile en su principio de vida libre.

Por otro lado la disolución del Estado Imperial español a partir de 1808, provocó la primera y más grande crisis política de la historia de Chile. Esta se prolongó desde ese año hasta 1830, cuando se logró establecer un ordenamiento político más o menos definitivo. Así, en un total de 22 años, Chile dejó de ser parte del reino y pasó a ser una República independiente que empezaba a organizarse.

Los extranjeros podían ejercer y extender su comercio pero no su religión porque los curas tuvieron buen cuidado de no dar lugar a otro en sus dominios y así es el articulo 5° de la Constitución les era prohibido, pues dicho artículo dice textualmente:

La Religión Católica Romana es la religión de la República de Chile, con exclusión del ejercicio público de cualquiera otra.

Este artículo era el baluarte de la Iglesia Romana, y por este artículo los extranjeros tuvieron muchas dificultades. El sentimiento y la aflicción de espíritu que tenían ellos no se puede medir, ya que ellos venían de los países donde se podía adorar a Dios con libertad, donde quiera que fuere y ahora se encontraban esclavizados del catolicismo, sin poder expresar sus ideas ni menos practicarlas, no podían casarse ni bautizar sus hijos ni tener su culto público; las infracciones de esta naturaleza eran penadas conforme a la ley y al gusto del sacerdote.

Cuando morían era más difícil todavía su situación, porque no sólo se les perseguía cuando estaban vivos, sino aún después de muertos. Aquél tiempo los cementerios eran pertenecientes a la Iglesia, los curas, monjas y beatas se les sepultaba debajo del templo; como los extranjeros eran herejes no se les podía permitir en sagrado, es decir, no se podían sepultar en el cementerio; así, en Valparaío, los sepultaban en el cerro y en Santiago en el Santa Lucía; hoy se puede leer en Santa Lucía el siguiente recuerdo que lo hizo poner Vicuña Mackenna:

"Aquí yacen los restos de los desheredados del cielo y de la tierra"(2). En aquél tiempo el Santa Lucía era considerada fuera del limite urbano.

Estas dificultades hicieron que los residentes extranjeros en el año 1819 de Santiago y Valparaíso se unieran y presentaran la siguiente solicitud: Los residentes extranjeros de Santiago y Valparaíso vienen en solicitar del Supremo Gobierno que se les conceda comprar un pedazo de terreno en Santiago y Valparaíso, con el propósito dedicarlo a los ritos fúnebres protestantes.

El Gobierno les concedió lo solicitado en virtud que ellos hasta hoy se han conducido con la mejor política. Esto les produjo alegría en parte, pues desde ahora podían en su hora postrera descansar en paz, pero esto no podía dejarlo conforme ya que le faltaba lo principal; poder servir a Dios en espíritu y en verdad, con libertad, pues la intransigencia religiosa no les permitía celebrar cultos. Tampoco habían hombres apto para hacerlos, aun contraviniendo las leyes, de manera que solo cuando llegaba un buque a Valparaíso, que era muy de tarde en tarde, sólo entonces podían celebrar un culto a bordo y bautizar sus hijos y casamientos, puesto que en tierra no era permitido.
Revisar el siguiente enlace.
BICENTENARIO DE LA PRESENCIA EVANGÉLICA
EN LA SOCIEDAD CHILENA
http://www.iglesiapresbiterianadecristo.cl/documentos/BICENTENARIO_DE_LA_PRESENCIA_EVANGELICA_EN_LA_SOCIEDAD_CHILENA.pdf
1811 – 2011

Fuente / Iglesia Presbiteriana de Chile, foto (sra. Alicia Romero Silva)

miércoles, 11 de abril de 2012

Ana María de Toledo…1598…una muerte heroica.

El tiempo es el paso fugaz hacia el olvido, pero hay hechos que dejan marcadas huellas en la senda de la vida, donde ni la fuerza oscura de la ingratitud logran aplacar el grito de la historia proclamando nombres que han quedado prendidos en el seno de la tierra y que olvidados por las nuevas generaciones de profesores, este bello recuerdo de heroísmo y fuerza puede quedar en el olvido.

Rescato en este texto, gracias a la sra. Miriam Pérez, una historia nuestra, de ese Chillán fundacional con toda su bravura e incertidumbre. Chillán, como mudo testigo, guarda dentro de sí las gestas heroicas de hombres y mujeres que sin importar condición ni clase se lanzan en la empresa tenaz de luchar ante lo invencible y lograr lo que para algunos parece imposible.

Esta fue la actitud de una mujer tan bella como valerosa; a quien ni la sombra brumosa del miedo, ni el grito sediento de sangre de los indios la inquietaron para luchar por el suelo donde con altivez y arrogancia alzaba su esbelta y gentil figura de mujer. Ella, es, sin duda, doña Ana María de Toledo Mejías.

Hace ya alrededor de más de cuatrocientos años, cuando Chillán recién comenzaba a levantar sus pilares débiles y crujientes, cuando florece la gesta heroica de esta intrépida mujer.

La pequeña Villa de San Bartolomé de Gamboa, nombre inicial de la ciudad de Chillán, fue desde su fundación, en 1580, el blanco cabal del ataque de los indios comarcanos conocidos como “Los Chiquillanes”, quienes se empeñaban en destruirla y alejar a quienes perturbaran la paz de sus tierras.

Los intentos de los chillanejos se hicieron estériles, ante la fuerza arrasadora de estos belicosos enemigos, por proteger al pueblito, hasta que finalmente destruyeron y arrasaron con la floreciente ciudad.




Alrededor de dos mil indios cayeron sobre el pequeño poblado, protegidos por las sombras de la noche del 13 de septiembre de 1598. El ataque fue sorpresivo y bién planeado, entraron al pueblo enardecidos con esa furia persistente de los indios, esgrimiendo sus lanzas en una vociferación aterradora.

Los despreocupados habitantes al dar cuenta del asalto, que no esperaban, cogidos por el miedo no osaban defenderse y habrían huído con sus esposas e hijos pues bien sabían que sus atacantes eran temibles.

Pero, en medio de la penumbra que envolvía con amenazador misterio al pueblo a esas horas de la noche, en esos instantes de crucial indecisión, surge la voz altiva con radiante tono de doña Ana María de Toledo, quien dejó caer sus palabras de animación, como una fuerte descarga eléctrica e iluminó con la intensidad de un rayo la mente de aquellos hombres y mujeres para que se entregaran con alma y cuerpo a una lucha de justa causa.

En todos los sitios se combatía con ardor; y pudo verse con que valentía y arrojo doña Ana María se batía cuerpo a cuerpo defendiéndose de sus enemigos; ella no podía ser menos en una empresa tan cabal…No tuvo tiempo en ese instante para ver su condición o clase, porque cuando hay nobleza en el alma se olvidan los refinamientos para entregarse a una causa más profunda y grandiosa. Ella sabía que en ese instante la muerte era probablemente quién la visitaba, pero a ella nada podía intimidarle. Al verse gravemente herida e imposibilitada para seguir luchando, cogió a su pequeña hija y junto a ella se posesionó de una choza, y allí, ante la mirada compasiva de las estrellas, y arrullada en la oscuridad de la noche, prendió fuego a la choza y se abrazó a la hoguera que la envolvía, con el mismo calor que ella había hablado a los hombres de su pueblo; se abrazó al ardor de las llamas; ese ardor con el cual ella luchó con integridad, evitando así la deshonra de caer prisionera.

Allí…en medio de la noche fue consumiéndose por las llamas la pequeña villa; mientras sus asaltantes se alejaban llevándose un abundante botín.

Hay hechos históricos trascendentales que se quedan en el lugar glorioso del suceso, siendo sepultados por el paso efímero del tiempo; pero este no es el caso de doña Ana María de Toledo Mejías.

Este ejemplo de valor fue seguido por sus hermanas quienes llevaban el sello de la nobleza en su alma y lucharon con valor en defensa de un pedazo de tierra. La historia no ha olvidado los nombres de estas ilustres mujeres, que fueron doña Aldonsa, doña Leonor y doña Bernardina de Toledo Mejias.

Así fue la primera destrucción de Chillán, siendo un pequeño poblado, demostró desde sus inicios ser una tierra próspera; una tierra de la cual nacerían los frutos que madurarían más tarde, obteniendo cosecha provechosa de hombres y mujeres ilustres que marcarían un hito en la histórica generación de la ciudad.

Tal es la gloria que destaca a esta mujer chillaneja, que la historia de la ciudad debe recordar siempre.

Francisco Jufré, primer alcalde de Chillán (1538 - 1604)



En el Acta de Fundación de Chillán, fechada el 26 de junio de 1580, el Gobernador Martin Ruíz de Gamboa designó como Alcalde Ordinario de primer voto al capitán Francisco Jufré. En estas notas se entregarán algunos antecedentes adicionales acerca de este alcalde y soldado de la conquista.

La familia de Jufré, o Jofré o Jofré de Loaysa, provenía de la ciudad de Medina de Rioseco en el reino de León y eran considerados hidalgos. El primer Jufré que llegó a Chile fue don Juan, uno de los más importantes compañeros de Pedro de Valdivia. Juan Jufré llegó a ser corregidor y alcalde de Santiago, teniente de gobernador en la región de Cuyo, en la cual fundó la ciudad de San Juan y refundó Mendoza. El conquistador y encomendero Jufré instaló un molino al pie del San Cristóbal junto al Mapocho, además poseía un astillero en el maule, un obraje de paños en su encomienda de Peteroa y practicó el comercio marítimo. En 1552 Juan Jufré dio poder a Jerónimo de Alderete para contraer matrimonio en España con una hija de Francisco de Aguirre. Esta última, ya convertida en su esposa viajó a Chile en 1555 con un hermano de su marido, don Diego Jufré, el cual venía con su familia. Entre éstos se contaba un hijo de don Diego, Francisco de 17 años, el futuro primer alcalde del primer Chillán.
Don Francisco Jufré era pues, sobrino de uno de los conquistadores de mayor rango e influencia en Chile. Había nacido Medina de Ríoseco en 1538 y llevaba el nombre de su abuelo Jufré. Era hijo de don Diego Jufré y de doña Francisca López de Alarcón. Sirvió largos años en la guerra de Arauco. En la época de la fundación de Chillán contaba con 42 años y era capitán de una de las compañías de la hueste conquistadora. Como se indicó al comienzo fue designado por Ruíz de Gamboa Alcalde Ordinario de primer voto o sea alcalde de los vecinos encomenderos. En esa época el cabildo tenía dos alcaldes, el más importante o “de primer voto” era el alcalde de los vecinos encomenderos y tenía jurisdicción sobre ellos. Además existía un “alcalde de segundo voto” o de “moradores”, con jurisdicción sobre los habitantes no encomenderos del caso urbano de la ciudad. En 1573 Jufré había alcanzado el rango de “Alférez General”, cargo cuyo sentido se desconoce pero era algo así como el segundo del Maestre de campo general, el cual a su vez era Comandante en jefe del Ejercito en el teatro de guerra y dependía directamente del Gobernador del Reino de Chile.
Durante la gran sublevación indígena de 1599, Francisco Jufré alcanzó su mayor influencia, durante una crisis bélica inmanejable que lo llevó al mismo tiempo al cenit y a la caída.

Después de la muerte en Curalava, del Gobernador Martín García Oñez de Loyola –sobrino nieto de San Ignacio-, el Gobernador Interino Pedro de Vizcarra llamó a Jufré para ocupar el cargo de “Teniente de Gobernador” y Maestre de campo general. El Teniente de Gobernador tenía todos los poderes del Gobernador en la zona en la cual se desarrollaban las operaciones bélicas.

En 1599 Jufré contaba con 61 años y según don Crescente Errázuriz “era considerado como uno de los primeros militares de Chile y ya había ocupado el alto puesto (Maestre de campo) a que de nuevo lo llamó la amistad de Pedro de Vizacarra”. O sea, era el soldado de más prestigio en esa época y en alguna fecha previa ya había ocupado el cargo de Maestre de Campo General.

Según el poema Purén Indómito de Diego Arias de Saavedra, en esa época Jufré tenía los siguientes rasgos personales.

“Era un hidalgo práctico en la guerra
de mucha autoridad, industria y arte
en cuyo pecho el ánimp se encierra
del iracundo y vigoroso Marte,
es Francisco su nombre y apellido
Jufé, en este reino conocido”

Durante los últimos años del gobierno de Oñez de Loyola tuvo un disgusto con ese Gobernador y tal como lo señala el Purén Indómito:

“Estaba en este tiempo retirado
por no sé que ocasión en una estancia,
con Loyola se había disgustado
por negocio de bien poca importancia”

En todo caso cuando los indios mataron a Loyola y seprodujo el alzamiento indígena, según don Crescente Errázuriz “tanta era la importancia que a Jufré daban todos, que apenas se supo en chillán la infausta noticia (del alzamiento), los vecinos lo llamaron para que resolviera lo que debía hacerse”. Desde sus nuevos cargos de Teniente de Gobernador y Maestre de Campo durante el interinato de Vizcarra, sostuvo militarmente una situación crítica e inmanejable, en la primera etapa de la gran sublevación araucana que costó la pérdida de las siete ciudades del sur.

Algún tiempo después arribó a Concepción el nuevo Gobernador titular don Francisco de Quiñones, que así como Loyola era sobrino nieto de un santo, Quiñones era cuñado de otro que posteriormente también subiría a los altares. (santo Toribio de Mogrovejo, Arzobispo de Lima). El Gobernador Quiñones relevó a Jufré de sus importantes cargos reemplazándolo por otro experimentado soldado llamado Miguel de Silva. La figura de Jufré no queda muy bién parada en el Purén Indómito, lo que se explicaría en parte porque en una ocasión ordenó poner en prisión al autor de ese poema. Al parecer en el Chillán de 1600 existían dos grupos familiares de bastente influencia y contrapuestos entre si. Por un lado estaban Jufré y sus yernos, y por otro el de los, o mejor dicho “las Álvarez de Toledo, hijas de Luis de Toledo y casadas con personas de importancia entre los que se contaba Diego Arias de Saavedra el autor de Purén Indómito, el ex Corregidor de Chillán Nicolás Cerra y José de Castro, quién fuera junto a Jufré, alcalde de segundo voto en el primer Chillán según consta en el Acta de Fundación.
En 1599 Jufré era persona de importancia. Vivía en una “casa fuerte”. ¿Sería el fuerte de Chillán o la casa de su estancia?. Diego Arias de Saavedra cuenta que en el primer asalto indígena contra Chillán durante la gran sublevación:
“lo primero cercó el indio perjuro
la casa fuerte do Jofré vivía
por ser a donde en tiempo mal seguro
la gente femenil se recogía”

Jufré fue casado con doña Mariana de Madariaga. Este matrimonio tuvo dos hijas. Una de ellas fue doña Mayor Jufré de Loaysa, esposa del Maestre de campo Alvaro Núñez de Pineda y Bascuñán, padre del autor de Cautiverio Felíz, y origen de la extensa familia chilena que lleva indistintamente los apellidos de Pineda o de Bascuñan.

La segunda hija fue doña Francisca, la cual fue casada con el capitán Diego Serrano Magaña, Corregidor de Chillán en 1599 y propietario de tierras de Cato a comienzos del siglo siguiente. Don Francisco Jufré tuvo también otro hijo, Fray Juan Jufré, Agustino, el cual era hijo de doña Juana de Lara, de la cual no se sabe si se casó o no con Francisco Jufré.

El Maestre de Campo don Francisco Jufré de Loaysa y López de Alarcón, primer Alcalde del primer Chillán; testó en Santiago el 14 de octubre de 1604 y falleció en 1613 a los 75 años de edad.

Fuente / Gerardo Martínez Rodríguez - Chillán Antiguo

domingo, 8 de abril de 2012

Beneficencia y Filantropia en Chillán

Filantropía, Patrimonio Cultural de la Salud Pública
p. Marco Aurelio Reyes Coca

Definida la cultura como el acervo de manufacturas (materialidad) e ideofacturas (ideas, valores), el “patrimonio cultural” no es solo la monumentalidad. En la historia de la Salud Pública de Ñuble, junto al patrimonio de edificios están constantes obras filantrópicas de connotados vecinos.

Sucede con el “Hospital San Juan de Dios" surgido de la comunidad, en las postrimerías del siglo XVIII, liderado por el vecino José Gambino, sustentado en el mejor reparto del diezmo destinado al Hospital de Concepción. El proyecto encantó al Procurador Juan Tiburcio Acuña y al Gobernador, Don Ambrosio O’Higgins. Se funda el 22, febrero, 1791, bajo la dirección de Fray Rosauro Acuña, fraile de la Buena Muerte. El traslado Chillán (1835) determina un nuevo emplazamiento del Hospital en la manzana comprendida entre la Cañada del Poniente (Av. Brasil), Itata, Rosas y Gamero. Se financia con el diezmo de la Iglesia y por subvención estatal anual. Sin embargo, el buen funcionamiento dependía en gran medida de la caridad de personas como Doña Mercedes Urízar, que legó el fundo “Hijuelas” de Niblinto; Don Manuel Unzueta Arrau, los predios “El Alazán” y “Santa Rita”, y don Darío Arrau Lagos, el fundo “El Romeral”, traspasados a la Junta de Beneficencia Pública administradora del Hospital.





La “Sociedad de Señoras de Beneficencia” (1860), se une a la Junta, como primer voluntariado para acompañar enfermos. La Junta se reorganiza en 1886, con vecinos prestigiosos como Ignacio Brunet, Dr. Pelegrín Martín, Pedro Juan Solar, Deifilio Allende, Nicolás Alamos, Bernardo Paredes y Fernando Valdés. Administraba el Cementerio (en Libertad Oriente) el Lazareto para “variolosos” (1860), la Casa de Huérfanos y Hospicio (1868).

El crecimiento de la ciudad obliga a pensar en un nuevo hospital (1874). Don José Miguel Mieres, donó $4.000 para la obra, más los terrenos para la Casa de Huérfanos. El diseño pertenece al ingeniero Manuel Munita Gormaz, a un costo de $70.000, incluyendo la Capilla (actual monumento Nacional), Casa de Huérfanos y Hospicio. Se inaugura el 8, diciembre, 1877, en el camino entre los dos Chillanes. Desde 1862, las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, atendían el Hospital. La epidemia de viruela en 1887, (2 mil víctimas en Ñuble y 800 en Chillán) moviliza a vecinos, como Gustavo Santander, José Abelino Acuña, José Toribio Pantoja, Benjamín Goldenberg y Julio Girard, a organizar un voluntariado antecesor a la “Cruz Roja”, colaborando con el Párroco, Vicente Las Casas, en el trágico evento, utilizándose las instalaciones del viejo hospital. El Hospital nuevo era administrado por don Pedro Juan Solar. En 1913, el Dr. Luís Santelices, crea la Asistencia Pública. Finalmente, en esta historia de altruismo, destaca Doña Herminda Martín Mieres, hija del Dr. Pelegrín Martín y de Doña Isidoro Mieres. Es la benefactora del siglo XX, testadora de un valioso legado para construir una maternidad para la mujer campesinas, antes del colapso de 1939. La cuantía de la donación posibilitó la construcción del Hospital de Chillán en la década de 1940.

Herminda Martín Mieres



Chillan cuna de héroes y artistas, no podía estar falto de filántropos, como es el caso de Herminda Martín Mieres, dama chillaneja nacida del matrimonio de don Pelegrin Martín y Marti, médico cirujano y doña Isidora Mieres Lantaño.
Doña Herminda nació en un hogar de familia acomodada, la fecha de su nacimiento no se recuerda exactamente, era amante de la música y vivía espléndidamente bajo las comodidades que el dinero permite. Casó doña Herminda con don Anfión Muñoz (1), hombre de fortuna que poseía grandes extensiones de tierras, fuente que permitió acrecentar su fortuna durante el tiempo que residieron en Victoria, no tuvieron hijos.

Enviudó doña Herminda y se trasladó a Santiago, donde se casó nuevamente y pronto se separó. Vivió en su casa de Santiago, la cual estaba adornada de la forma más sofisticada, las paredes envueltas en seda, los más costosos muebles y las lozas más finas adornaban su hogar, junto a la compañía de su sobrina Mercedes Muñoz vivió hasta el día de su muerte.

Al no tener hijos a quién dejarle su fortuna, doña Herminda Martín pensó en los hijos que más tarde formarían parte de su tierra, dejando gran parte de su gran fortuna para que se construyera una sala de maternidad, pero fue tanta su fortuna que la dirección de beneficiencia construyó un Hospital el que lleva su nombre.
La suma total del dinero se calcula alrededor de ocho millones de pesos en aquellos años. A sus hermanos les dejó la suma de cien mil pesos a cada uno, según su testamento redactado en el año 1934. La fortuna de doña Herminda se encontraba en los Estados Unidos en dólares.

Es la benefactora del siglo XX, testadora de un valioso legado para construir una maternidad para la mujer campesinas, antes del colapso de 1939. La cuantía de la donación posibilitó la construcción del Hospital de Chillán en la década de 1940.

El antiguo Hospital estaba emplazado en el camino entre Chillán y el Pueblo Viejo (Chillán viejo) que databa de 1877; anterior a este...desde 1835 al 1874 funcionó
en la manzana comprendida entre la Cañada del Poniente (Av. Brasil), Itata, Rosas y Gamero.

(1)Intendente de Valdivia, Talca, Tarapacá y Ministro de Hacienda de Balmaceda, y de Industria y Obras Publicas con G. Riesco. Diputado por el partido Radical.

Fuente; Chillan Gesta de Cuatro Siglos, Rolando Fernández Parra; Chillán Antiguo, Marco Aurelio Reyes. Aporte fotográfico Ignacio Basterrica.

miércoles, 4 de abril de 2012

Registro Civil de Chillan 1884



La oficina del Registro Civil de nuestra ciudad empezó a funcionar una vez dictada la ley sobre el Registro Civil, el año 1884 conjuntamente con la ley del matrimonio civil.

El Chillán comenzó a funcionar de inmediato, al igual que en el resto del país. Los primeros matrimonios civiles celebrados en nuestra ciudad fueron los siguientes:
El primer matrimonio se efectuó entre don Juan Bautista Cofré Lagos con doña Felipa Velasco Coloma el dia 3 de febrero de 1885, cuya inscripción consta en el acta matrimonial de un viejo libro que dice asi: “En la suscripción número 1 de Chillán, departamento de este mismo nombre, a 3 de febrero de 1885, se procedió a efectuar las suscripciones del matrimonio Cofré – Velasco, celebrado en esta oficina a las 16:30 hrs.

En el libro número 1 del Registro matrimonial de esta ciudad consta a cargo de estas oficinas de Chillán fue el señor Diego Rivera.



Seguidamente el segundo matrimonio celebrado en Chillán correspondió a José Antonio de la barrera Crávez y Etelvina Sepúlveda Molina, celebrado el 7 de febrero de 1885.
El tercer matrimonio civil correspondió a una distinguida familia de ascendencia española y de la sociedad chillaneja de aquella época y fue entre Toribio Figueroa y Salinas con doña Claudina Dolores Castillo Poblete celebrado el 9 de febrero de 1885.
En cuanto a los primeros nacidos inscritos bajo esta nueva ley correspondió a los siguientes nombres; Francisco Adrián Ulloa, nacido el 8 de diciembre de 1884 e inscrito el tres de febrero de 1885, a las 11 hrs.

El segundo nacimiento inscrito fue Nemecia del Carmen Cofré Cartes, el día 2 de enero de 1886.
Finalmente los 3 primeros fallecidos inscritos en las oficinas del registro Civil de Chillán, fueron don Pedro Isaac Carrasco González, causa de su muerte fiebre pulmonar, lugar de sepultura; Cementerio Común de la ciudad, fecha del deceso, 1º de enero de 1885.

El segundo fallecido, doña Amelia del Carmen, causa de su muerte, fiebre. El tercer fallecido inscrito fue don Enrique Segundo Pascualetti Bajyer, causa de su muerte, afección pulmonar.



A causa de la gran tragedia de azotó a nuestra ciudad, el terremoto del 24 de enero de 1939, se abrió libros especiales de inscripción de los fallecidos y según estos datos figuran 2.400 personas fallecidas inscritas a causa de aquella catástrofe, aunque muchas personas no fueron inscritas y muchas desaparecieron; familias enteras murieron y desaparecieron, sin que nadie las registrara; por lo tanto la cifra de 2400 es simbólica.

En Chillán Viejo (pueblo viejo), tambén contaba con una oficina de Registro Civil que empezó a funcionar el 6 de enero de 1898, y terminó sus funciones por decreto presidencial el dia 5 de marzo de 1927, siendo su último oficial civil el señor Juan Irmas. La oficina de Chillán Viejo pasó a fusionarse con la oficina de Chillán, las cuales se encontraban en sus comienzos en calle de La Libertad (hoy Avda. Libertad) y calle Deuco (hoy Avda. O’Higgins).

Fuente / Chillan Gesta de Cuatro Siglos / Rolando Fernández Parra
Grupo Chillan Antiguo
ap. fotográfico Grupo Chillán Antiguo / Exequiel Sepúlveda González

Sefardies y Asquenazí en Chillán



Máximo Beltrán
Red / Investigación Sefardies

Los primeros israelitas formales llegaron a Chillán el año 1874. Aunque ya en las carabelas de Colón y posteriormente en las avanzadas conquistadoras de España, llegaron a estas tierras.
Los primeros judíos llegaron a Chile junto a los / o como conquistadores españoles. Se trataba de judíos conversos al catolicismo (característica importante para el ingreso a las colonias), pues en la época de la Inquisición, debían ocultar en vida su origen hebreo. La mayor parte de esta inmigración ocurrió en los primeros años de la conquista, escapando de la persecusión religiosa en España, ya que en América aún no se instalaba el tribunal de la Inquisición. Diego García de Cáceres, amigo fiel y albacea testamentario del fundador de Santiago, Pedro de Valdivia, fue uno de ellos.

En la época colonial, el más destacado personaje de origen judío de Chile fue el médico cirujano Francisco Maldonado da Silva, uno de los primeros directores del Hospital San Juan de Dios. Acusado al Tribunal de la Santa Inquisición por sus hermanas -devotas cristianas- de intentar convertirlas al judaísmo, Maldonado se declaró abiertamente judío lo que le valió la condena a ser quemado vivo en 1639 (ya la Inquisición había llegado a las colonias…) A pesar del Tribunal Inquisidor, siguieron llegando a Chile familias enteras de cripto judios (personas que se "convertían" al catolicismo y en privado seguían siendo judíos)

Ya en la fundación de Chillan en 1580, están presente los “sefardíes” (judío en español) en la construcción de ciudad e historia como Ana de Toledo , Alonso de Gómez , el Capitán José de Castro, Fermín Cabrera, Antonio Lozano, o Luis de Toledo; posteriormente van llegando a la ciudad de Gamboa, los Rodríguez, Flores, Serrano, Saavedra, Córdova, Fuentes, Segura, Pérez, Acuña, Henríquez, Rojas, Pino, Montes, Parra, Salinas, Mercado, Espejo, Fierro, Islas, Ramos, Torres, Molina, Santos, Ventura, Behar, Vitta, Vera, San Martin, etc…que bajo el nombre de Sefardies fueron identificados en Chile; obligados abrazar la fé católica, se refugian en estas tierras confesando en silencio los sueños de Erezt Israel; la asimilación los esperaba, pero al mismo tiempo la vida. (el Talmud habla, salvar una vida, es salvar una generación completa…)




Los que llegaron más tarde a Chillán, a los finales del s. XIX, venían de Rusia, de Francia, de Alemania, (azquenazí) es el nombre dado a los judíos provenientes de Asiria y parte de Turquía, que se asentaron en la Europa central y oriental —principalmente en Alemania, Polonia, Ucrania, Rusia y otros países eslavos de la Europa Oriental; uno de tantos fue Wulf Cusacovich Kreer que se instaló con almacén, tienda y agencia, otros los Teitelboin, Hair, Baabor, Timerman, Salama, Voñockinsky, Schwaity, Rosemberg, Elberg, Joselesky, Yak, Leven, Loyns, Grinblatt, Paradiz, Goldenberg, Becker, Ratinov, Roeschmann, Singer, Wall, entre otros. (como dato, gran parte de estas familias, fueron inhumadas en el Cementerio de los Disidentes o llamado tambien Alemán, entre los años 1866 y el 1900).




Gran parte de los “sefardies” y “asquenazí”, han mantenido a través de los años una grata sensibilidad hacia las inquietudes de la ciudad y se han integrado a la comunidad por intermedio de sus hijos nacidos en esta tierra. Adoptando parte la “ley”; donde estén los huesos de tus muertos, esa será tu tierra”…

Ferrocarril a Chillán (1874)




Uno de los grandes adelantos que se produjeron durante el siglo XIX, en Chillan, fue el ferrocarril, medio de transporte que acortó las distancias y unió estrechamente a las ciudades.

Desde comienzos del año 1874 los medios informativos venían adelantando el lento, pero seguro avance de la vía férrea, que se realizaba desde Linares y desde Talcahuano y Concepción.

Los chillanejos estaban totalmente alucinados con el nuevo invento que invadiría su territorio, y soñaban con ver pronto llegar esa máquina, llamada locomotora que sin ser arrastrada por caballos ni bueyes llegarían bufando por sus propios medios y lanzando al espacio bocanadas de humo de color café, alternadas con rachas de vapor blanco y ardiente.

El tema servía de discusión entre los pobladores chillanejos; hubo los que consideraban el ferrocarril como un gran progreso para la ciudad y otros, los más ignorantes e incultos, creían que la locomotora era cosa de brujerías.
En esta diversidad de opiniones, no faltaban tampoco los intereses, representados por los empresarios de los coches, que al estilo de las viejas diligencias, movilizaban a los viajeros para, al Note y Sur. Esta gente decía que el ferrocarril haría una competencia ruinosa a sus empresas. También existían ciertos agricultores chapados a la antigua, enemigos de todo lo que se decía a cambio en sus vidas y costumbres. Ellos opinaban que si el tren pasaba por sus predios, sus sementeras estarían expuestas a posibles incendios por el “chisperío de las endemoniadas locomotoras” y que sus animales podían ser atropellados por “esas montañas de ruedas y fierros rechinantes”. Pero estos eran los menos.



Por fin llegó el ansiado día; amanecía el 15 de abril de 1874, y la ciudad al comenzar el alba, era un verdadero hormigueo humano. Los chillanejos habían madrugado, pero no solo los chillanejos inundaban las calles y plazas; en coches y carretas llegaba gente de todos los puntos vecinos a Chillán; huasos bien montados de los fundos y vecinos de los lugares cercanos, se encontraban ya en la ciudad a las 9 de la mañana, a pesar que el arribo del primer convoy estaba anunciado para el mediodía.

La estación de Chillán estaba engalanada, con guirnaldas y bandera nacionales, las calles de la ciudad también estaban de fiesta, porque los vecinos habían embanderado sus casas, regado y barrido los frontis de los edificios, de esta manera los chillanejos se preparaban para recibir el nuevo habitante del progreso que llegaba a la ciudad.

Eran alrededor de las doce del día y la estación era un verdadero mar de gentes, en la parte central de los andenes aguardaban el Intendente de Chillán, el sr. Videla, el Alcalde, Regidores, Cura Párroco, Jueces, Comandante del “Chillán” y personalidades.

Cerca de las dos de la tarde, los chillanejos oyeron el primer pitazo de una locomotora, era el convoy, que lentamente entraba a la estación. La locomotora con 18 vagones lucía banderas y escudos.

Detenido el tren, bajaron el Ministro de hacienda, el Intendente, gobernadors, alcaldes, regidores y personalidades de Concepción y Talcahuano. Luego de breves discursos se dio por inaugurado el primer tren que llegaba a la ciudad. A las 6 de la tarde, las personalidades asistentes al acto de inauguración, eran festejadas con un gran banquete efectuado en el teatro. Allí se pronunciaron elocuentes brindis, elogiando al que era entonces el Presidente de la República, don Federico Errázuriz Zañartu.

Fuente / Chillan Gesta de Cuatro Siglos / Rolando Fernández Parra
Grupo Chillan Antiguo
ap. fotográfico Grupo Chillán Antiguo / Máximo Beltran / Carlos Salvo

martes, 3 de abril de 2012

Masonería en Chillán desde 1876


Fuente / Chillan Gesta de Cuatro Siglos / Rolando Fernández Parra
Grupo Chillan Antiguo

Uno de los más altos galardones que una institución puede otorgar por actos heroicos y generosos o por acciones de progreso y bienestar humano es perpetuar entre los suyos el nombre de los que merecieron esta distinción y señalarlo a las generaciones actuales y futuras de la sociedad.

Cuando las generaciones del presente celebran con unción y profundo respeto la trayectoria vital de esta noble ciudad de Chillán, después de más de cuatrocientos años de su fundación, es legítimo y necesario destacar el nombre y las acciones de instituciones y personas que contribuyeron a forjar con su esfuerzo y vivencias lo que es su realidad actual.

Entre ellas, la Orden Masónica se suma a este imperativo del presente, como parte que es de la comunidad en la persona de sus hombres, recordando un poco su historia en esta parte de Chile.

La Francmasonería ha luchado desde los albores de su existencia por la implantación de los principios de justicia, caridad y fraternidad. Mediante métodos simbólicos proporciona a sus adeptos las enseñanzas que encarnan la verdadera filosofía de su doctrina, buscando proyectar su acción bien hechora en la sociedad.
Con los primeros destellos del s. XIX llegaron a América española hombres imbuídos del ideal masónico que con su extraordinario valor moral y acendrado patriotismo lucharon sin desmayo por la independencia de las colonias americanas.
En nuestra patria la primera logia masónica se instaló en Santiago, el 15 de marzo de 1827, siendo su Venerable Maestro (V:.M:.) y fundador, el ilustre masón Vice-almirante dn. Manuel Blanco Encalada. Esta primera logia, cuyo nombre distintivo fue Filantropía Chilena, fue testigo y actor de la gesta de nuestra emancipación política y vio nacer otras logias en Concepción, Valparaíso y Copiapó llamadas, con el tiempo, a tener un profundo significado en el desarrollo social, económico y político de Chile.

Algunos años más tarde, el 7 de abril de 1876 floreció también en Chillán el ideal masónico cuando un grupo de hombres avecindados en esta tierra de Ñuble, se reunieron a discutir la idea de fundar una Logia Masónica en Chillán. Ellos fueron masones iniciados en otras logias de la República y sus nombres que recordamos hoy con singular afecto, eran: Dr. Diego San Cristóbal, Gustavo Santander, Augusto Schwartz, Fernando Rodón, Carlos Santander, Pedro Lagos Marchant, Fernando Urbano Valdés, Germán E. Gabler, Alfonso Altavilla, Benjamín Marechal y Jorge Wilson. Estas personas entre las que había un médico, un militar, agricultores, industriales, agentes de banco y contadores, se dieron con entusiasmo a transformar la idea en una bella realidad. Enviaron a la Gran Logia de Chile una solicitud pidiendo aprobación al proyecto e instrucciones para realizarlo. El 10 de junio de se mismo año, 1876, se formó una comisión organizadora que presidió dn. Pedro Lagos Marchant, secundado por los señores Augusto Schwartz y Carlos Santander.

Por fin, el 21 de octubre de 1876 tuvo su primera reunión la Respetable Logia Tolerancia Nº 12 presidida por dn. Nicolás Tanco, de profesión ingeniero, siendo el 3 de noviembre de ese mismo año instalada oficialmente como logia regularmente constituída por una comisión venida de Santiago, que presidió el ilustre masón dn. Arístides Martínez.

A partir de aquella fecha la logia masónica de Chillán había de funcionar regularmente integrada por destacados vecinos de la comunidad hasta 1883, año en que entró en receso por razones sobre las cuales no existe un claro testimonio histórico, hasta 1914, año en que vuelve a la vida activa, hasta nuestros días.


MASONERÍA Y PROTESTANTISMO EN CHILE.
En el proceso de descatolización de la sociedad chilena tuvo una destacada participación la masonería, la que va a iniciar sus actividades durante el decenio de Montt, aunque hay antecedentes que de su presencia en el país desde los inicios de la república. Pero será a partir de mediados de siglo, que su influencia y acción política va a tornarse decisiva en el quiebre del monopolio de creencias en manos de la Iglesia Católica.

La primera logia masónica chilena surgió en el período pipiólo, siendo constituida el 15 de Marzo de 1827. Su Venerable Maestro fue Manuel Blanco Encalada. Esta logia llamada "Filantropía chilena" tuvo una corta existencia. El ambiente cultural de la época hizo que su vida fuera efímera. Tardarían varios años más para que volviera a surgir una logia masónica en el país, pero esta vez, existirían las bases necesarias para que arraigara firmemente en el sector progresista de la sociedad chilena, asegurando de esta forma su permanencia a través del tiempo hasta hoy día.

El surgimiento de una nueva logia masónica en el país, será en el año 1850, la fundaron emigrados franceses residentes en Valparaíso, todos ellos de ideas republicanas, entre los cuales se encontraban algunos exiliados, como es el caso de su fundador Monsieur Gent. El 14 de Julio se reunirán en su casa un grupo de ciudadanos franceses los que serán el núcleo fundador de la logia "Etoile du Pacifique", cuyo gran oriente fue Francia. Al poco tiempo después, también en
Valparaíso, los masones estadounidenses residentes, instalarán su logia, cuyo nombre fue, "Bethesda", estando ligada a la gran Logia de Massachusetts; ambas logias celebraban sus reuniones o "tenidas" en sus respectivos idiomas, por lo que limitaba la participación de los nacionales en ellas, al no dominar estos idiomas.

La existencia de estas dos logias masónicas en el puerto, abrió las expectativas de los nacionales que simpatizaban con la masonería, lo que llevó a que muchos liberales de Santiago viajaran frecuentemente hasta el puerto para participar en las reuniones de estas logias; esta situación llevó al masón brasileño Manuel de Lima, residente en el país, a echar las bases para formar una logia netamente chilena la cual obtuvo su autorización por parte del gran oriente de Francia, de esta forma, el 27 de Julio de 1853 comenzó a trabajar la logia "Unión Fraternal", siendo su Venerable Maestro Manuel de Lima. A ella ingresaron los más destacado líderes del movimiento liberal existente en aquellos años, junto a algunos exiliados argentinos, entre ellos, Domingo
Faustino Sarmiento. A partir de entonces comenzaron a surgir otros talleres masónicos
en Santiago y en las ciudades de provincias, existiendo un total de cuatro logias chilenas a principios de 1862, entre ellas la "Aurora de Chile", en Concepción dirigida por el Venerable Maestro Enrique Pastor, haciendo un total de seis logias las que funcionaban en el país, contando a las dos compuestas por extranjeros.

El 24 de Mayo de 1862 se constituyó la Gran Logia de Chile, bajo la dirección del Serenísimo Gran Maestro Juan de Dios Arlegui, comenzando desde entonces una expansión notoria de la logias masónicas a lo largo del territorio nacional, todas ellas proyectándose a su vez hacia la política por medio de los partidos alimentados ideológicamente por el liberalismo y en especial, por el Partido Radical.

El surgimiento de la masonería a mediados del siglo pasado va a constituir uno de los hitos más significativos del quiebre de la unidad de creencias en el Chile decimonónico, en que el catolicismo comienza a perder terreno en el ámbito de la elite dirigente, siendo prácticamente expulsado de los circulos intelectuales. Habían muy pocos pensadores católicos, en relación a la pléyade de lumbreras intelectuales, que estaban bajo el control de las logias masónicas, o que por lo menos, estarán bajo su influencia. El peso político alcanzado por las logias en el siglo pasado, se debe a que en ellas recibían su formación ideológica liberal los miembros de los partidos Liberal y Radical.
En las logias se discutían las reformas políticas, que se consideraban necesarias de plantear en el Congreso, y poder liberalizar a la sociedad, despojándola de sus reminiscencias heredadas de la Colonia. Estos acciones impedían el afianzamiento de una sociedad tolerante, libertaria, democrática y republicana.

La masonería representó en grado eminente, el espíritu burgués. Exalta los mismos valores: el racionalismo, la probidad, la tolerancia, el laicismo, la libertad, la filantropía... El amor a la libertad ha sido y sigue siendo el principio medular de las logias,., Junto a la burguesía, los masones ostentan un pasado glorioso en la conquista de las libertades.

Desde un punto de vista religioso, los masones tuvieron en su gran mayoría una
clara conciencia, siendo por lo general deístas, concibiendo a un ser supremo como el Gran Arquitecto del Universo; pero a diferencia de las religiones monoteístas, no les preocupa la vida ultraterrena, concentrándose enérgicamente en la vida presente. El masón debe perfeccionarse en y para esta vida, mediante las herramientas que se le enseñan en la logia, en este sentido, la masonería ha secularizado a la Divinidad.

La masonería va a dar su apoyo a la instalación de las primeras iglesias protestantes en el país, las va a proteger de los ataques del clero. Ésta actitud se debía a la afinidad ideológica entre ambas asociaciones disidentes, lo que llevará a que muchos protestantes
ingresen a las logias y éstas a su vez les facilitarán sus medios de comunicación y de apoyo político y económico para que puedan realizar su labor religiosa.

Esta doble militancia evangélico-masónica, la encontramos desde los inicios de ambas en Chile. Este es el caso del Reverendo David Trumbull, quien cuando llega al país, viene con la misión de iniciar la labor misionera entre los chilenos, pero va a tener que esperar varios años para cumplir ese propósito. Recién lograra iniciar su labor proselitista a partir de mediados de la década siguiente, y esto gracias al apoyo de algunos masones que le facilitarán el local de reuniones y la imprenta para imprimir sus folletos. La identificación de Trumbull con la masonería de Valparaíso, lo llevará a participar del ditectorio de la escuela masónica Blas Cuevas fundada en 1872, Esta
escuela nació por el esfuerzo realizado por la logia "Aurora" número 6, a cuya cabeza se encontraba Ramón Allende Padín. De acuerdo a lo que dice Oviedo, Trumbull era parte del directorio a cargo de la construcción del establecimiento, dejando en claro la militancia masónica del padre del evangelicalismo nacional. Por ahora basta con dejar en claro que la masonería jugará un importante rol en la descatolización de la sociedad y en el comienzo de la labor evangelizadora de los misioneros estadounidenses que vienen a abrir un espacio religioso para el protestantismo en la sociedad chilena, existiendo una aparente coordinación entre ambas asociaciones en
casos de interés común.


LOGIA MIXTA en CHILLÁN

Desde la década de los ochenta  existen logias masónicas mixtas en la ciudad de Chillán, aunque  su labor es escasamente conocida por los chillanejos. La primera logia de Chillán, se formó a partir de una en Concepción y ha ido creciendo en el tiempo hasta sumar ahora tres logias. (2013)

Se  trabaja bajo un prisma de igualdad de género y no de mono género como la masonería tradicional.
La incorporación de la mujer en la Masonería constituye uno de los temas de gran debate entre las logias masónicas. Ello porque el reconocimiento femenino que ha dado la Gran Logia de Chile, ha sido por un carril diferente al de los hombres, reconociéndolas como logias femeninas. En desacuerdo con esta concepción, surgieron las logias mixtas, las cuales incorporaron tanto a hombres como mujeres, y que pese a no ser reconocidas por el ente rector de la masonería chilena, les basta el reconocimiento internacional lo que en la práctica le ha permitido desarrollarse como un ente autónomo.

A diferencia de las logias femeninas y masculinas, la logia mixta ofrece una oportunidad en igualdad de condiciones para el desarrollo tanto de mujeres como de hombres con igualdad de derechos y deberes. Todas  las ramas de la masonería provienen de una misma raíz, compartiendo los mismos valores y ritos.
En Chile, la primera logia mixta se fundó el 25 de febrero de 1929, con Carta Patente de la Orden Masónica Mixta Internacional `Le Droit Humain´ la cual recibió el nombre de `Igualdad Nº 632´”, describe López, explicando que desde 1991 la masonería mixta tiene relaciones con Clipsas (de la sigla en Francés Centre de liaison et d’information des puissances maçonniques signataires de l’appel de Strasbourg, es decir, Centro de Comunicación y de Información de las Potencias firmantes del Llamado de Estrasburgo), organización internacional de jurisdicciones masónicas que están aprobadas y aceptadas por muchas grandes logias de diferentes países del mundo en las que se aceptan mujeres.


Colonia Alemana en Chillan

Fuente / Chillan Gesta de Cuatro Siglos / Rolando Fernández Parra
Grupo Chillan Antiguo
Máximo Beltrán
Red / Investigación



Datos preciso no se tiene, pero se supone que los primeros germanos llegaron a la ciudad en el s. XIX, y ya en 1913, se había fundado un Club Alemán y que adquirió personalidad jurídica en 1925. Entre los alemanes que llegaron a Chillán se contaban comerciantes, entre los cuales podemos nombrar a Federico Kehl, que durante muchos años estuvo a la cabeza de la “Ferretería Kehl”, fundada en 1872, y siendo una de las primeras de su tipo en la ciudad y que gozó de mucho prestigio. A la muerte de don Federico se hicieron cargo de ella Ivar Ulriksen y Max Bornholdt, yernos de aquel, y secundados por sus hijos Harald y Benno. Don Ivar fue un activo ciudadano y llegó a ocupar los cargos de regidos y alcalde de Chillán. Se puede nombrara también a Juan Roeschmann (judío – alemán)que fundó en 1906 la firma que llevó su nombre y que igualmente gozó de prestigio y significo un adelanto para la ciudad en aquellos años antes de la Primera Guerra Mundial. Su área de trabajo se extendió desde San Javier – Yumbel. El trajo a su hermano Jorge, que se hizo cargo del negocio a la muerte de aquel. Jorge Roeschmann bastamente conocido en nuestra ciudad, por sus corrección en los negocios y su espíritu de colaboración hacia la ciudad, trajo de Alemania varios jóvenes alemanes para trabajar en la firma. Entre ellos se pueden nombrar; Von Bergmann Ernesto Thun, Herbert Rademacher y Roberto Gothe. Estos tres últimos formaron un nuevo negocio, “La Sociedad Mercantil Ñuble Ltda.”, al quedar la casa Roeschmann en la lista negra durante la Segunda Guerra Mundial. Don Jorge fue también uno de los fundadores del Rotary Club de Chillán, activo miembro del Club y posteriormente como agricultor, interesado en tener contacto con los agricultores de habla alemana y de los chilenos. En su firma trabajaron también chilenos de descendencia alemana; Walter y Hans Perl, Osvaldo Fehrmann y otros.

Santiago Yufer con su almacén eléctrico, fue también una conocida figura en Chillán. Con una Carrocería en la Avenida Argentina se estableció con su fábrica “Germania” el señor Otto Singer.



La Familia Goldenberg tuvo un negocio y almacén en Chillán y Molino en Bulnes. Pablo Goldenberg, Ing. Civil, construyó entre otros, los puentes sobre el Ñuble e Itata, teniendo como constructor a Guillermo Paap. Este ciudadano alemán perteneció a la tripulación del crucero “Dresden”, hundido por los aliados en Juan Fernández durante la primera guerra. Después de estar internado en la Isla Quiriquina, huyó a Nacimiento, donde conoció a su futura señora, Ana. Por correspondencia estudió construcción civil y trabajó a lo largo de Chile con Pablo Goldenberg. En su casa en Chillán, donde se radicaron posteriormente, se refugiaron los alemanes de Chillán después del terremoto de 1939.

Debemos nombrar también a Francisco Moeller, que fue dueño del Molino San Bartolomé en Chillán Viejo. Posteriormente lo dirigió su hijo Arnoldo. La descendencia de Francisco Moeller sigue en parte radicada en Chillán. Don Germán Baldeig, hijo de Juan Baldeig Michael, colono alemán de Frutillar, fundó en Chillán en 1906 la barraca “La Higuera”, con anexo de molino maquilero. También inventó la máquina lavadora de oro, que obtuvo el primer premio en la exposición de 1936. Otro industrial vastamente conocido en Chillán y que instaló una Maltería, fue Juan Friedl.
De recordada memoria es Juan Schleyer, dueño del fundo Los Colihues, quien dejo numerosa descendencia. Famosos en su tiempo fueron sus vinos Riesling, Steinwein, Blanco y Semillón. Entre sus hijos nombramos a Gustavo y Francisco, ambos agricultores que vivieron largos años en sus fundos, laborando la tierra de Ñuble. Su hija Fanny casó con Carlos Jungjohann. Vivieron en el fundo Los Colihues, dedicándose ellos y sus hijos a la agricultura. También sus yernos, Gerardo Eaehling y Gerd Feddersen. Su hija Eduvigis fue dueña del molino Bustamente. Su técnico molinero fue también alemán; Pablo Harms. Otros agricultores fueron Gottbrecht, Lunecke y Francisco Dechent.



Muy conocido en la ciudad fue el comerciante Herald Kuester, dueño de la Librería Universo, que posteriormente, debido a su enfermedad, vendió a Werner Rademacher y señora.

El dr. Fischer se desempeñó por largos años como médico veterinario en una época en que habían pocos en la zona.
Guillermo Goss llegó con su señora y se instaló con una fundición, además un tiempo administró el Hotel Alemán, que adquirió posteriormente Federico Lutze.
Después del terremoto del 39 llegó a Chillán otro descendiente alemán, Udo Schweitzer, arquitecto. Se crió en el sur, Lonquimay y mantuvo junto a su esposa Cristina y sus 7 hijos un lugar, en que se sentía el espíritu y la cultura heredada de su padre. También se estableció aquí su hermano Augusto con su industria de parquets en la Avda. O’Higgins. Ambos mantub¡vieron muy alto las tradiciones alemanas de sus antepasados.



Capítulo aparte merecen los alemanes que llegaron a la Escuela Normal de Chillán; eran profesores de diversas especialidades. Podemos nombrar entre ellos a; Georgi, Madsen, Schaeffer, Voss, Habenicht. El hijo del sr. Schaeffer, Otto, fue el fundador de la Sociedad Musical Santa Cecilia y creador de la Casa del Arte. El se hizo cargo de la casa de música que tenía su padre frente a la Plaza de Armas. La familia Müller tocó por mucho tiempo en el Teatro Municipal. Germán fue profesor de la Escuela Normal y Director de la Orquesta Santa Cecilia. Voss también amenizó al piano las películas mudas.

Todos estos ciudadanos alemanes y sus descendientes se reunían en el Club Alemán, donde también se daban charlas y películas que traía el pastor luterano de Concepción. Esto se hacía en un día sábado y el domingo había un servicio religioso luterano para la colonia. Participaron activamente en la ciudad y laboraron con cariño y entusiasmo por el progreso de su segunda patria.


CLUB ALEMÁN Y CEMENTERIO DE LOS DISIDENTES (ALEMÁN)
El Club Alemán de Chillán fue fundado en 1856. Su primer benefactor y presidente fue Salomón Goldenberg. Al igual que para los otros clubes sociales alemanes en Chile, el objetivo perseguido era crear un espacio de encuentro, de desarrollo espiritual y apoyo mutuo. La organización de eventos sociales y culturales, como la formación de una biblioteca, eran de primer orden De hecho, ya en los primeros años, el club le solicita al Club Alemán de Valparaíso el envío de revistas y diarios alemanes.
En el seno de este club nace el Club Gimnástico Alemán el año 1879. Uno de sus socios fundadores fue Manuel Goldenberg.

Hacia 1890 el Club Alemán de Chillán contaba con más de 50 socios.
No hay mayor información sobre la época posterior. No obstante, se conserva un libro de actas, que abarca el período entre 1915 y 1930. Entre otros datos se indica, que en 1927 fallece Felix Goldenberg, último miembro de la familia, que participó activamente en el club. También se revela, que hacia 1929 el club declina. Cuantiosas deudas y la reducción del número de socios a 28 personas, llevan a la decisión de traspasar el inventario del club a los acreedores. El último registro en este libro de actas corresponde al 06.03.1930.

Una amena sesión en el Club Alemán de Chillán, ca. 1890.
En los estatutos del Club Alemán de Chillán, fundado en 1856, se estipulaba la creación de una sociedad de socorros mutuos y de un cementerio.

La Sociedad Cementerio Alemán de Chillán fue fundada el 26 de Mayo de 1866.
Se conserva el libro de actas con el acta de fundación. El artículo 1° establece, que se erigirá un cementerio en el terreno comprado por el Club Alemán, “en el cual serán enterrados los difuntos sin distinción de nacionalidad y credo”.
Entre los veinte firmantes, que inusualmente incluyen a una mujer,
Madame Schmidt, se cuentan cuatro judíos: Benjamín y Carlos Goldenberg, José Leven y Samuel Loyns. Todos ellos encontraron allí su última morada.

Este cementerio de disidentes también acogió a inmigrantes suizos, suecos, irlandeses y escoceses residentes en Chillán; ya que los que no profesaban la religión católica no podían ser inhumados en los Cementerios Parroquiales. No asi que en sus espacios si podian ser enterrados todos sin exclusión de credos.

En el acta del 6 de julio de 1902, queda estipulada la disolución de la
sociedad, junto al llamado a formar una nueva corporación con personalidad jurídica. El cementerio había dejado de funcionar a fines del año 1900, debido a crecientes problemas con aguas subterráneas. De hecho, el último entierro fue el de Frieda Dorothea Stichler de Märzheimer, el 17 de Mayo de 1900, según consta en el libro de difuntos que también se conserva..




lunes, 2 de abril de 2012

La Fiesta del Rosario de Chillán Viejo

Fuente / Chillan Gesta de Cuatro Siglos / Rolando Fernández Parra



La celebración de las Fiestas del Rosario, el primer domingo de octubre en el pueblo viejo, atrae todos los años, como una devoción entre mística y pagana, a miles de chillanejos, pero, sin duda, serán muy pocos los que tienen alguna idea del origen de esta criolla festividad muy nuestra.

Antiguas crónicas dicen que ella tiene raíz en la lejana época colonial y narran que el año 1775, con ocasión del terrible terremoto del 25 de mayo, que azotó las provincias comprendidas entre Curicó y Bío Bío, la ciudad de Chillan, situada en ese entonces en lo que ahora se denomina “El Bajo”, fue arrasada violentamente e inundada por el río Chillán que corría a su costado sur. La fuerza del sismo hizo cambiar el curso del río. La gente huyó despavorida hacia la parte alta donde ahora está precisamente Chillán Viejo, que por aquel tiempo llamaban Alto de la Horca y Viña Moscatel, pensando en un “acabo de mundo” e invocando clemencia y protección.
Fue entonces cuando el cura de la villa, Pbro. Dn. Simón Mandiola hizo sacar en procesión a la Virgen del Rosario para invocar el amparo divino. La leyenda cuenta que aquí se produjo el milagro. La Virgen sudó copiosamente durante tres y media hora consecutivas y se estimó este hecho como muestra de su empeño en obtener la protección y misericordia divina.

Pasó el tiempo y el milagro de la Virgen del Rosario fue olvidado.

Pero llega el terrible año de 1835 y un nuevo terremoto la destruye totalmente y obliga a las autoridades a proceder a su traslado y reedificación a la planta del actual Chillán.

Allá queda el “pueblo viejo”, con algunos habitantes decididos a sobreponerse a sus antiguas desgracias. Fueron ellos los que hicieron revivir la antigua devoción por la Virgen del Rosario y reiniciaron las fiestas en su homenaje al primer domingo de octubre de cada año.

Por muchos años esta celebración se mantiene en los marcos de una festividad estrictamente religiosa. La gente acude por cientos y miles de los fundos aledaños: Santa Elisa, Maipón, Quilmo, Nebuco, y más allá.

Pero terminada la misa y procesión de la mañana, el huaserío que acude a caballo se entrega a sus entretenciones predilectas; las topeaduras, movimientos de riendas, etc. Para luego, acudir a remojar la garganta en las fondas donde los esperaba el buen mosto del lugar en tinto y en blanco, junto a sabrosas empanadas de horno, y abundante causeos de chanchos y corderos lechones. Más tarde se agregan los bailes, las cantoras que rasguean sonoras guitarras y entonan antiguas canciones, los juegos populares, las fondas orladas de guirnaldas multicolores, que han dado a estas fiestas los ribetes místicos paganos que hoy tienen.