jueves, 28 de febrero de 2013

Los túneles misteriosos de Chillan


p. Ignacio Basterrica Sandoval
Foto / Diario La Discusión - Grupo Chillán Antiguo y aporte sr. Wilson Cádiz

LA NOTICIA Y EL SUPUESTO MITO
 Hace algunos días hizo noticia el hallazgo de dos túneles embovedados de ladrillo durante las faenas de remodelación de la Avenida O’Higgins, entre las calles Constitución y El Roble  y entre calles Libertad y Bulnes  de Chillan. El hallazgo dio origen a diversas especulaciones sobre su origen y sobre su ruta subterránea. Aparecieron entre muchas alternativas imaginarias, la que los suponía un medio de comunicación subterránea entre templos e Iglesias religiosas, interconectando desde tiempos pretéritos  bajo una forma mítica y atemporal en la cronología histórica de las edificaciones eclesiásticas sus diferentes construcciones. Lo anterior inevitablemente hizo que me recordara un pasaje de la novela histórica española “Los Cipreses creen en Dios” (1953) de José María Gironella”; en ella en un pasaje se menciona que durante la revolución española se habría encontrado un túnel que conectaba una Iglesia con un convento de monjas, en el cual había muchos esqueletos ocultos de fetos, dando al lector la idea de un mundo oculto y morboso. Pareciera aquí en Chillan, que algún lector de esa obra extrapolo hace décadas ese pasaje novelesco haciendo nacer un mito vivo similar en nuestra ciudad. Nada mas alejado del morbo es la respuesta para estas construcciones subterráneas, desilusión o no, ellas responden a otras razones mas practicas. Según el mito local La iglesia y Templo Los Carmelitas estaría comunicado con la Catedral. También aparecieron teorías sobre túneles similares entre el Colegio La Purísima y el Seminario de Chillan, hoy Colegio Padre A. Hurtado Tecnológico ubicado en la manzana de Cinco de Abril con Libertad. Por la forma  de construcción del embovedado con ladrillo y argamasa de arcilla, la forma ojival superior, la data de construcción es del siglo XIX. Por ello la teoría de túnel entre los Carmelitas cuya llegada fue a comienzos del siglo XX y cuya primera piedra del templo fue puesta en 1910, con todas las dificultades de tan magna construcción y grandes sacrificios económicos y de trabajo, no es dable a pensar aparte de la cronología ni siquiera la intención de derivar esfuerzos para construirlo. La Iglesia Matriz, hoy Catedral, es de data fundacional de la ciudad, hacia 1835 y varias veces reconstruida, por tanto el desfase cronológico es evidente. Otro tanto ocurre con esas teorías  que sostienen existirían túneles entre el Colegio La Purísima, que fue fundado en 1859 y cuya instalación de la orden data desde 1836, y el Colegio Seminario fundado el 25 de enero de 1898. Por ende esta teoría de los mal llamados túneles religiosos no pasan a ser mas allá de un mito urbano copiado por algún lector de novelas que quiso tal vez poner algo de morbo en los temas de fe de los feligreses de esa época en Chillan subsistiendo como un erróneo concepto bizarro en las mentes de muchos chillanejos hasta hoy , e induciendo al error de creerlo y darlo por cierto.




EL ORIGEN
Buscando respuestas sobre el origen de su construcción, podemos barajar algunas alternativas, para llegar a la más probable según el criterio histórico y el de sus posibles usos.
Como se dijo antes, por modelo de construcción, su forma embovedada y curva de un metro sesenta centímetros de alto y noventa centímetros de ancho y los materiales empleados ladrillo con argamasa, su data de construcción se puede situar en el siglo XIX, aunque el modelo constructivo se había usado desde los tiempos de la colonia

Una alternativa a considerar es el hecho de que el actual emplazamiento de Chillan Nuevo, se instalo en los terrenos que pertenecieron a don Domingo Amunategui Aldecoa, comprados  y pertenecientes a parte de su fundo Huadum.  Sin embargo, para lograr el cuadrilátero perfecto del trazado realizado por Ambrosio Lozier debieron comprarse retazos del fundo El Tejar en la zona sur poniente, y del fundo Huambali en la zona Sur, hoy Avenida Collin antes Cañada Sur. Como los terrenos eran en su mayor parte pertenecientes al fundo Huadum del señor Amunategui podría inferirse que los túneles podrían haber sido construidos y usados para obras de regadío de construcción de anterior data. Sin embargo según registros de la época, la calidad de la tierra era considerada menos que regular, con características de lecho de rio,  muy húmeda y pantanosa. Por tal motivo creo esta tesis estaría descartada pues no tendría razón de ser por la calidad del suelo y por que  de considerar tal obra en la tasación de seguro el precio que fue muy caro para la época, lo habría sido aun mas.

Una vez habitado Chillan nuevo, en el proceso de habilitación y de edificación de Las nuevas construcciones, que en un primer momento fue lento, pero que por el incentivo legal de multas debió acelerarse, se comenzaron a construir calles y edificar construcciones, con el gran inconveniente de las inundaciones invernales y de las napas superficiales  de agua, las que drenaban en forma natural hasta en la actualidad al lecho del estero Las Toscas y de los muchos canales que atravesaban y circundaban la ciudad y las cuatro cañadas. Las construcciones de entonces tenían pozo para el agua bebestible y letrinas ciegas para los desechos. En las calles circulaba en las cunetas aguas servidas que se dirigían a los diversos canales con corrientes para evacuarlas. Las acequias de las calles y su mantención fueron un verdadero problema para los vecinos y autoridades por los problemas higiénicos  de epidemias e infecciones que ello causaba. Chillan a comienzos del siglo XX tenia varios puntos con pantanos y lagunas dentro de las cuatro avenidas, situación que solo se enfrento por la decidida acción del Intendente de Ñuble don Vicente Méndez Urrejola, y del alcalde don José María Sepúlveda Bustos en las primeros años del siglo XX.




Anteriormente durante el siglo XIX, diversas autoridades debieron enfrentar estos graves problemas de humedad e higiene. Cabe recordar al Intendente Ambrosio Rodríguez quien hacia 1852 procedió al mejoramiento de las calles aterraplanandolas con tosca  y caliza y cubriéndolas de cascajo de rio haciéndolas empedradas. Ello como una solución a las frecuentes inundaciones, que dejaran hacia 1850 a Chillan y que se denunciaba con la siguiente descripción los efectos catastróficos de estas “transito de algunos esteros por el centro de la población, cuyos causes no son a propósito para contener las aguas que de todas partes se ramifican en ellas, con motivo de continuadas lluvias; habiéndose desbordado  las aguas en curso desordenado siguiendo el descenso natural o impedidas por el agolpamiento de la abundancia”

Hacia 1856 se procede a la reparación de las calles también malogradas por las continuas inundaciones, principalmente por los desbordes de los esteros Las Toscas y Talquipen, este ultimo en el sector oriente cuyo curso provocaba daños en el viejo cementerio de la ciudad.
Como se desprende de estas descripciones, el problema urbanístico y de salubridad era constante y evidente para la ciudad y sus habitantes.

Bajo la alcaldía de don Nicolás Álamos también a mediados del siglo XIX se realizaron obras de mejoramiento en estas materias. Obras que bajo las intendencias  de don Gonzalo Gazmuri, y del General José Rondizzoni  tuvieron el impulso necesario para el mejoramiento urbanístico.
En cuanto al agua potable, los primeros intentos fueron la instalación de una pila de agua corriente, en la Plaza de Armas de la ciudad en 1860, importándose por la municipalidad 1280 metros de cañería desde Inglaterra a objeto de traer el agua entubada sobre canoas desde el canal de la Cañada Norte hoy Avenida ecuador hasta la pila de la Plaza. Los trabajos fueron adjudicados por la firma de don Guillermo Davidson conocido industrial y contratista de la época. Sin embargo solo en la primera década del siglo XX, y como se dijo antes bajo la Intendencia de don Vicente Méndez Urrejola y la alcaldía del Dr. José María Sepúlveda Bustos se solucionaría en forma definitiva el agua potable y el alcantarillado para Chillan, construyéndose las obras urbanísticas definitivas.

Por otra parte, la industria en Chillan, principalmente agrícola derivada de su situación geográfica de frontera y de ser la plaza de bastimentos para Concepción desde los albores de la colonia, hace que numerosos molinos de granos se instalen en el nuevo Chillan siguiendo esas tradiciones. Desde luego todos los establecimientos de molienda eran accionados por la fuerza hidráulica, construyéndose numerosos canales y aprovechando los  naturalmente existentes. La posición de la ciudad y la fiebre de oro en California, mas la apertura en 1854 del camino hacia Tome, principal puerto exportador en la época crea las primeras condiciones para la exportación de trigo y de harina hacia el país del norte y del mundo. Agreguemos además la llegada del ferrocarril  del norte hacia 1873 y el ferrocarril de Chillan a Talcahuano en 1874.Obras de comunicación que son motivo de un auge inusitado en la industria local y que con la llegada de las colonias alemana, italiana y vasco francesa hacen de nuestra ciudad un polo de desarrollo dentro del concierto nacional de esa época. Respecto de los molinos y curtiembres,  hacia 1853 en Ñuble existían 115 molinos, de los cuales 93 estaban ubicados en Chillan. La ganadería y sus transacciones hacían de nuestra ciudad el lugar más importante de transacciones del rubro en el sur de Chile. Con la vitivinicultura ocurría otro tanto en cuanto a su desarrollo industrial. Como se puede apreciar este inusitado auge industrial, requería dos cosas, agua para la fuerza hidráulica en sus procesos industriales, y por otro lado las condiciones de drenaje y evacuaciones eficientes de las aguas tanto residuales como de aquellas   producto de crecidas de cauces, lluvias e inundaciones. Estas eran pues, las condiciones y el panorama de Chillan hacia el siglo XIX.




EL POSIBLE TRAZADO
El hallazgo del primer  túnel en la Avenida O’Higgins de Chillan en base a su estructura de construcción y la dirección en que se plantea en el lugar, es de trazado aparentemente recto de oriente a poniente, proyectándose hacia la mitad de la manzana ubicada entre calles Constitución y El Roble frente al numero 630. Situación que no parece sufrir variaciones hasta calle Claudio Arrau, ex Lumaco. Allí en una casa habitación perteneciente a don Rosauro Martinez Rubilar se habría encontrado parte de este ducto manteniendo la misma línea hace unas  tres décadas. Esta información me fue dada oralmente por un artista y maestro albañil que trabajo en la casa de una familiar y entre conversaciones describió de mutuo propio la estructura descubierta entonces, asignándole la categoría de colonial, y  que según el, se trataría de un alcantarillado de esa época. Su nombre era don Emilio Llanos, hombre serio , culto y muy honorable.

Otro antiguo maestro de reconocido prestigio que realizo trabajos en mi casa por años, don Juan Abarca, también me hizo alcances de que en la remodelación y ampliación en la década de los ochenta de la ex Casa Rabie ubicada en calle cinco de abril, entre Maipon y El Roble, se descubrió durante las faenas esta misma estructura dada su descripción, la que fuera sellada en esa oportunidad por la premura de los plazos de aquellos trabajos. Por otra parte en los comentarios de la nota aparecida en la edición del diario La Discusión de internet, una vecina de calle El Roble numero 460,doña Lorna Guajardo dice haber descubierto una sección  cuando el terreno cedió con el agua del riego del jardín en el año 1974 manteniendo esa información en privado desde entonces.

Por otra parte el segundo túnel hallado en Avenida O’Higgins de Chillan, a la altura del numero 400, entre calles avenida libertad y Bulnes, también en posición poniente a oriente, calza con aquella información aportada en el grupo Chillan antiguo de facebook, en cuanto a que durante la construcción de los Edificios Los Héroes, en la esquina de calles Libertad y Dieciocho de Septiembre en las faenas de construcción también se habría hallado una sección del trazado. Por consiguiente da la impresión de que ambos túneles cruzarían la ciudad de oriente a poniente en forma paralela y cruzarían el centro del cuadrilátero de las cuatro Avenidas. Parecería claro de que al menos hay noticias de estos hallazgos desde las calles Cinco de Abril hacia el poniente. Cabe preguntarse entonces; ¿cual hipótesis con un sustento practico e histórico pudieren dilucidar su origen y su uso?


CONCLUSIÓN INCONCLUSA
A través de lo señalado precedentemente, en lo personal soy un convencido de que se trataría de ductos para la canalización y desagüe de aguas lluvias y de acequias de un Chillan nuevo emplazado en un suelo húmedo, y que sufría fuertes inundaciones y desbordes de canales desde su fundación en 1835, y que a consecuencia de ello también había claras consecuencias de salud publica. La zona baja de Chillan, desde la Plaza de Armas al poniente ponen en evidencia este problema aun hoy, al contrario la zona Oriente en que el drenaje natural del Estero Las Toscas hace mas efectiva su labor de receptor de napas superficiales. La anterior tesis podría comprobarse si además del declive natural del suelo, existe una cota que permitiera determinar hacia donde dirigirían las aguas. Antiguamente en la calle de Deuco, hoy Avenida O’Higgins existía un canal del mismo nombre, ¿seria este el destino de estos ductos para drenar el agua? Los especialistas tendrán que dar una respuesta, mientras nuestra ciudad de movimiento resguarda con celo su misterio y solo nos enseña pistas como si se tratara de una difícil adivinanza para sus propios habitantes chillanejos.

jueves, 21 de febrero de 2013

Vitivinicultura en Ñuble...


Marco Aurelio reyes Coca
Profesor de Estado en Historia, Geografía y Educación Cívica de la Universidad de Chile, y Magíster en Educación de la misma Universidad
Archivo / Diario La Discusión
Chillán Antiguo
Fotografía; aporte sr. Ricardo Bocaz /  tonelería (fábrica de barriles) del Manuel Bocaz Hermosilla Chillán aprox. 1945-1950

La historia de la vitivinicultura chilensis data de 1551, cuando el conquistador Francisco de Aguirre efectúa la primera vendimia. La impronta es el vino de variedad tinta española “país”, negra, rústica, similar a la “criolla mendocina y la misión californiana”.




Era el “pipeño gusto a borra”, producido rústicamente en el Chile Central hasta inicios del siglo XX, pero que en Ñuble perduró en el tiempo, en la inteligencia gustativa. Vendimiado “a chala pelá” y guardado para fermentar en vasijas de greda, tapada con barro alquitranado.  Tanto encantó que hacia 1930, llegamos al consumo de 70 litros per cápita. Estábamos casi al límite del alcoholismo.

La “cuestión vinícola” (1930) que asoló a Ñuble, con restricciones de comercialización y consumo, más los efectos de la “revolución francesa en la vitivinicultura”, bajaron el consumo a 19 litros per cápita.
El cambio tecnológico impulsado por Silvestre Ochagavía, transformó la vitivinicultura del Chile Central; que no llegó hasta los viñedos del Chillán adentro, sólo llegó hasta el río Maule como límite de los vinos finos y de los otros.

Lo principal fue la introducción de la cepa francesa Cabernet Sauvignon, no para suplir a la “país”, sino para “dar cuerpo al rústico pipeño”.

La crisis de 1930, con las fronteras vinícolas y la fijación de precios, provocó el retroceso de los pipeños que ceden ante los “filtrados”. En la cultura tintera se recuerda el “pipeño con gusto a borra”, avasallado por el Cabernet Sauvignon, el Merlot y el redescubierto Carmenere, en un 77% de los viñedos. 

Las “bodegas” comercializadoras generan una cartografía bodeguera, con alta densidad y focos de la sociabilidad machista. Destacaban por las pipas de maderas, en penumbras y humedad, que expendían al “pie de la vaca” en litros de fierro enlozado. Vendían en envases de vidrio recubiertos de mimbre de manos artesanales: “garrafas (5 litros), “Damajuanas” (10 litros), “Chuico” (15 litros) y la “arroba” (18 litros).

Estos envases inspiraron a poetas: “El Chuico y la Damajuana. Después de muchos percances. Para acabar con los chismes. Deciden matrimoniarse.  Subieron a una carreta tirada por bueyes….” (Nicanor Parra).
Los tiestos vineros eran transportados a las botillerías en camiones cargados hasta el tope como paisaje urbano de una sociedad altamente vinera. Los expendios debían cerrar al mediodía del sábado, se supone para disminuir el alcoholismo, en tanto que los degustadores se cobijaban en las bodegas buscando el deleite de la dulce embriaguez. Esa costumbre se fue perdiendo con el tiempo.  

Los “pipeños fueron satanizados” por su proceso de producción que no aseguraba calidad, quedando como un vulgar vinagrillo, ante el buen gusto de los tintos de mejor calidad y cepas.
Comienzan a producirse los vinos para la exportación, de buen gusto y fina presentación, a cargo de viñedos manejados científicamente, especialmente de las cepas Cabernet Sauvignon y los Carmenere, en verdaderas viñas boutique. De esta manera, se eleva la calidad de la producción vinícola del Valle del Itata, dejando atrás los tiempos del pipeño con gusto a borra.

jueves, 14 de febrero de 2013

HOSPITAL Herminda Martín


El principal centro asistencial de la ciudad se construyó gracias a la donación de doña Herminda Martín, mujer de enorme carácter y sensibilidad con el dolor ajeno. Vino a reemplazar al Hospital San Juan de Dios, donde en el futuro se construirá el hospital de Chillán para el siglo XXI.

El Hospital Clínico Herminda Martin, fue construido entre 1941 y 1945 con los fondos donados por Doña Herminda Martín Mieres, distinguida dama chillaneja -hija del médico local Pelegrín Martín y de Isidora Mieres- en cuyo honor lleva su nombre, quien antes de morir destinó gran parte de su fortuna para la construcción de un nuevo Hospital para Chillán. Hasta antes de esa fecha funcionaba en la ciudad el antiguo Hospital San Juan de Dios que  fue casi completamente destruido por el terremoto de 1939, quedando sólo su capilla, hoy Monumento Nacional.




Su primer director fue el Dr. Carlos Morales San Martín, quien dirigió el hospital que estaba compuesto por dos edificios comunicados por un tercero que, en su conjunto, formaban una letra H cuya superficie alcanzaba los 10 mil metros cuadrados. En la estructura mayor se ubicaban los cuatro servicios básicos y los pabellones. En el menor, las salas para la atención de emergencia, pensionado, dirección y algunas consultas para atención abierta. En tanto, gran parte de las oficinas administrativas se encontraban en el subterráneo. Para ese entonces el “Nuevo Hospital”, como se le llamó, contaba con una capacidad de 380 camas y una infraestructura de lujo para la época.




“Estoy muy impresionado del trabajo que se hace en el hospital de Chillán. La sala de cirugía es magnífica, yo mismo quisiera tener una como ésta. Deben saber que en el hospital San Vicente de Santiago, no hay ninguna comparable. Algo que me alegra es ver el nombre de la distinguida dama doña Herminda Martín en el hospital. Y me alegro más porque a mi me correspondió firmar el decreto por el cual se hizo posible la inversión que donara esta dama”, declaraba el 9 de marzo de 1948 a LA DISCUSIÓN el médico Luis Prunés, chillanejo avecindado en Santiago y en esa época ministro de Salubridad del Presidente Alessandri. Y como si el destino quisiera unir pasado, presente y futuro, hace sólo algunos días se inició el proceso para levantar una nueva infraestructura para el siglo XXI, que estará situado en el lugar del primer hospital que tuvo Chillán, el San Juan de Dios, fundado en 1791. Será un edificio de 70 mil metros cuadrados, con amplias salas de hospitalización en cuatro niveles. Estará operativo en 2016 y contempla una inversión aproximada de 90 mil millones de pesos.


ESPERANZA DE VIDA: 32 AÑOS.
Increíblemente, en 1910 el 40% de la población estaba afectado por sífilis. De hecho, las enfermedades venéreas era una de las principales causas de muerte, al igual que la bronconeumonía, la neumonía, el tifus, el cólera y la viruela. Con preocupación La Discusión daba cuenta, al finalizar el primer decenio del siglo XX, de la presencia de una epidemia de viruela en las localidades de Yungay y Pemuco. “Ha seguido desarrollándose esta epidemia en el pueblo de Pemuco.
Anteayer falleció otro varioso en una casa bastante central. Ese mismo día se tuvo conocimiento de que la viruela había atacado a otra persona. En Pemuco no hay elementos para combatir eficazmente la epidemia”. Sólo 32 años era la esperanza de vida de un chillanejo en 1910.
El “Jarabe Vido” aseguraba ser letal contra  la “tos, resfriados, bronquitis crónica, coqueluche, gripe, asma, laringitis y catarro pulmonar ”, todo sin provocar “pesadez de cabeza ni calambres del estómago”.

Si en 1910 era la bronconeumonia, la neumonía, el tifus, el cólera y la viruela causaban estragos en la población, y donde el diario La Discusión era clave a la hora de publicitar remedios para combatirlos, hoy son el cáncer, las patologías cardiovasculares, y los traumatismos las principales causas de muerte.

Teatro Municipal: una historia de dos siglos

Permanece en obra gruesa desde 1943, pero la esperanza de terminarlo nunca decayó.
El año pasado finalmente se destinaron los recursos para su terminación.

Diario La Discusión (Francisco Martinic-Edgar Brizuela-Pedro Vicario / archivo Chillán Antiguo)

Meses después del terremoto de 1939 las necesidades en Chillán eran demasiadas. A pesar que la ciudad estaba en el suelo, el espíritu que la ha marcado por siglos, seguía desafiando a sus habitantes a querer reconstruirse en grande. A través de LA DISCUSIÓN, las autoridades de la época no sólo comenzaron a abogar por un plan regulador acorde a las nuevas necesidades, un mercado, viviendas de emergencia y oficinas administrativas para seguir funcionando. También pedían a gritos un recinto en donde poder fomentar el arte y, de paso, recomponer el alma  agrietada por los movimientos telúricos que hacían recordar semana a semana la catástrofe que el 39 se lo llevó todo.




Ya el 21 de julio de 1942 un artículo informaba sobre la construcción de la Casa del Deporte, en el mismo lugar en donde se emplazó hasta antes del terremoto el antiguo teatro que esa fatídica noche exhibía una obra teatral y que se llevó varias vidas cuando su fachada cayó sobre los espectadores.

El 18 de julio de 1940 las autoridades, encabezadas por el alcalde Ernesto Arrau, delineaban el nuevo recinto. Para aquello, pedían a la Corporación de Reconstrucción y Auxilio expropiar los terrenos en donde se encontraba el Centro Español y el Obispado, además de dos millones de pesos para fundar una sociedad anónima que se hiciera cargo de la construcción con aportes de privados, porque la inversión estatal no alcanzaba para esa finalidad. Las gestiones del alcalde Ernesto Arrau quedaron truncas a raíz de su renuncia, dando paso a la época de Juan Francisco Arrau, quien en persona le solicitó el mismo año al Presidente Pedro Aguirre Cerda acelerarlas soluciones para el futuro teatro.

A fines de ese año, el diario informaba que el jefe del Departamento de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, Ricardo Müller, había entregado la primicia de que el teatro se construiría en conjunto con la Casa del Arte soñada por Otto Schäfer y el municipio en calle 18 de Septiembre, al frente de la Plaza de Armas. La noticia fue aplaudida por todos. Precisamente Müller, uno de los arquitectos impulsores de la reconstrucción de nuestra ciudad, se hizo cargo de las obras del Cuerpo de Bomberos y de las que siguen por la misma calle hacia Constitución, incluyendo el Teatro, el que es hoy el Centro de Extensión de la Universidad del Bío Bío y la Municipalidad de Chillán.

La Corporación de Reconstrucción y Auxilio comenzó a hacerse cargo de las finanzas de la construcción y todo marchó bien hasta 1942, cuando ocurrió lo que una editorial del 28 de junio de ese año anticipaba: los trabajos habían paralizado a raíz de la falta de recursos y de otras prioridades de las que debió hacerse cargo la corporación. Obras como el Cuerpo de Bomberos y la Municipalidad de Chillán sí contaron con la debida prioridad a raíz de los que significaban para la población. La esperanza seguía vigente y cada cierto tiempo, a través de noticias, entrevistas y columnas de opinión, el diario de Chillán hacía presente la necesidad de no cesar en los esfuerzos por conseguir el financiamiento. Sin embargo, en 1950 y después de sucesivas promesas que no se cumplían, un titular aterrizaba las expectativas e indicaba: “Ocho millones y medio para comenzar terminación del Teatro Municipal de Chillán: no podrá ser terminado”.
Comenzaba así la historia sin fin de casi setenta años.


EL SUEÑO NO DECAYÓ Y FINALMENTE SE LOGRÓ

El 27 de junio de 2012, el actual alcalde Sergio Zarzar coronaba el término de un proceso que se reactivó en 2010: el Gobierno Regional aprobaba 3.800 millones de pesos para que Chillán saldara su deuda histórica con la cultura. Entremedio quedaron cientos de páginas escritas, algunas con enérgicas críticas a la falta de voluntad de las autoridades del nivel central y otras con un tono motivador, para que la ciudadanía no decayera en su esfuerzo por materializar el emblemático proyecto. Así lo reconocía en su última entrevista el doctor Héctor Garay, quien  junto a un grupo de artistas y gestores comenzó en la década de los noventa una gran cruzada popular para conseguir los recursos de habilitación del recinto y que dio vida a la Corporación de Pro Término del Teatro Municipal, entidad que durante varios años trabajó con el mismo propósito bajo las órdenes y estrategias del destacado galeno.








“El diario ha sido un faro para que este sueño no decaiga”, sentenciaba el 8 de septiembre de 1996.  Fueron años de trabajo, pero el poco compromiso de aquel entonces dificultó las aspiraciones del grupo y se llegó a la convicción de habilitar una sala de bolsillo al costado del teatro. En 1998 se inauguraban las nuevas instalaciones gracias al aporte de la comunidad y de fondos del Ministerio de Obras Públicas. 15 años después de aquel hito se estarán iniciando las obras definitivas de su terminación, prevista para 2014, cuando debería cortarse la cinta tricolor de una obra que resume el trabajo iniciado por tres generaciones de soñadores que han encontrado en el segundo diario más antiguo de Chile el respaldo necesario para concretar esta iniciativa que dejará de ser conocida como “el elefante blanco” de la ciudad.

Que es hablar de “patrimonio?...

Que es hablar de “patrimonio?... en una sociedad donde el consumismo y la globalización irrumpe a veces con grosería en nuestra identidad…..ahí el primer enroque semántico, PATRIMONIO e IDENTIDAD…..
Podríamos decir entonces que el PATRIMONIO, resguarda nuestra IDENTIDAD. ¿cierto?
Pero que es IDENTIDAD?….olvidando por supuesto el significado del diccionario sino una explicación más viva y entendible.




IDENTIDAD, tiene que ver simplemente, con el QUIÉN SOY, tiene que ver con SABERNOS…tiene que ver con DIFERENCIACIÓN ENTRE UNO Y OTRO…..tiene que ver simplemente en reconocernos que somos UNICOS e IRREPETIBLES.
Trasladar estos conceptos a una ciudad, a un barrio, es un tema delicado, porque no encaja a veces con líneas políticas y de acción, porque es más fácil no saber quién soy, pensar que somos iguales y que nos parecemos todos.
Si estas tres columnas se derrumban, nuestros barrios desaparecen y las ciudades se derrumban ante la “globalización” ese concepto que unifica malamente, porque el interés global es que “no sepamos quienes somos”, así será más fácil estropear el dibujo de nuestra ciudad, será más fácil desdibujarnos e implantar modelos de ciudad, de barrios…..donde nos enseñan que lo viejo, y lo nuestro es “ñoño”, siútico, mal visto y “nada que ver”.

A los amantes del PATRIMONIO, a veces nos tildan de no querer ciudades modernas, de estar siempre mirando al pasado, de no renovarnos; pero no es así, queremos ciudades modernas, con todos los adelantos que como sociedad necesitamos, pero sin caer en la pérdida de nuestra identidad, … ahora, ¿que es caer en la pérdida de nuestra identidad?.... es simplemente cuando las ciudades crecen y dejan que el “mercado” y la “globalización” lo regule todo….ese es el mayor de los errores….porque juega a imponernos un “becerro de oro”, juega a ser complice de un sistema, sin nombre, sin sustancia, no nuestro, que poco a poco va desfigurándonos, tan sutilmente que lo que no pudo el terremoto y cataclismos naturales, lo hace la picota y la pala mecánica.

Miramos al pasado, ¿quién no? La historia late en cada recodo de las esquinas, tanto físicas como de la memoria…
Y aquí estoy de nuevo, en Santa Elvira, preparando un libro en conjunto con la periodista Patricia Orellana y la Corporación Patrimonial Chillán y nos hemos dejado tranquilamente embrujar por este barrio al que conozco de mi época de estudiante…..el registro no tiene el rigor de la academia, sino de los afectos.

Dejo con ustedes esta visión gráfica a modo de antesala al libro SANTA ELVIRA , BARRIO PATRIMONIAL que prontamente será editado.

Chillán 1900, agua potable, alcantarillado y salud.

Vicente Méndez Urrejola fue el encargado de elevar el estándar sanitario de la ciudad

Diario La Discusión (Francisco Martinic-Edgar Brizuela-Pedro Vicario / archivo Chillán Antiguo...

Desde los inicios del siglo XX abundan las noticias que piden que la ciudad modernice sus sistemas de alcantarillado, se provea de agua potable y mejore la salud pública.

Dichos elementos de la modernidad no estaba extendido en aquel entonces, y se trataba de una necesidad imperiosa que ganaba titulares y páginas en LA DISCUSIÓN. Más cuanto las enfermedades vinculadas a la deficiente higiene y ausencia de medicamentos causan verdaderos estragos en las poblaciones, como el cólera, el tifus y la viruela.

Con preocupación LA DISCUSIÓN daba cuenta en 1910 de la presencia de la epidemia de viruela en Ñuble. “Ha seguido desarrollándose esta epidemia, que llegó al pueblo de Pemuco. Anteayer
falleció otro varioso en una casa bastante central. Ese mismo día se tuvo conocimiento de que la viruela había atacado a otra persona”, advertía el diario. En tanto, en páginas de la edición del 20 de julio de 1910, se advertía la llegada de un vacunador especial desde la capital y la espera de
los recursos del gobierno para mermar la crisis de salud.

Un hombre fue el encargado de recibir las peticiones ciudadanas formuladas en el diario, en torno a mejorar las condiciones sanitarias de la ciudad, y de concretarlas a través de obras que terminaron por dotar a la ciudad de los primeros avances en ese sentido. Y cumplió. Su nombre es Vicente Méndez Urrejola, quien aunque nacido en Concepción, dejó en esta ciudad una serie
de trabajos de gran importancia, que cambiaron el rostro de la ciudad a comienzos de siglo.

Vicente Amador Méndez Urrejola, durante trece años fue intendente de Ñuble, iniciando su periodo en 1907, época en que apareció profusamente en las páginas de este diario. Su cargo lo desempeñó con tanto acierto que es recordado por su labor de progreso y desarrollo y como una de las autoridades más importantes de la provincia, en la perspectiva del tiempo. De hecho, una de las arterias principales de nuestra ciudad lleva su nombre, “Avenida Vicente Méndez Urrejola”.






Manuel Antonio Grez Ibáñez, médico, reside en Linares, y es bisnieto de Vicente Méndez. En sus
palabras evidencia la importancia que este diario le dio a su labor modernizadora de la ciudad. “Me gustaría saber si se ha cumplido aquello que se dijo ante su tumba el día de sus funerales y que registró tan minuciosamente el diario LA DISCUSIÓN, que su ejemplo sería recordado por las generaciones venideras”.

Se refiere a quien nació en Concepción un 5 de abril de 1858; hijo de Francisco Méndez Urrejola y de Leonor Urrejola Unzueta de Méndez. Al fallecer su padre se radica en Chillán, con el propósito de administrar los fundos “Bustamante” y “El Colchón”, que conformaban parte de su herencia.
El año 1907 asume como intendente de Ñuble. Es recordado por la gran labor realizada, que trajo progreso y desarrollo a la provincia. Dejó la Intendencia en 1920 para dedicarse a sus asuntos personales. Fueron numerosas las obras llevadas a cabo bajo el impulso de este buen servidor público, entre estas, el Tren Chico a las Termas y la concreción del hermoso edificio de la Intendencia, que se perdió para el terremoto de 1939.

No obstante, las menos vistosas fueron las que permitieron entregar un gigantesco avance sanitario a la ciudad. Las obras de alcantarillado y de mejoramiento del servicio de agua potable fueron uno de los grandes logros de su período; tarea que llevó a cabo con otro destacado
servidor público, el médico José María Sepúlveda Bustos, en ese entonces alcalde de Chillán.

martes, 5 de febrero de 2013

Estadio Nelson Oyarzún Ejemplo de la pujanza chillaneja

La historia de este recinto se funde con la historia de alegrías y tristezas de la ciudad de la cuatro avenidas y es precisamente esa identificación la que lo ha elevado a un sitial de honor en el imaginario e identidad local.

Diario La Discusión (Francisco Martinic-Edgar Brizuela-Pedro Vicario / archivo Chillán Antiguo...

El año 1940 la Corporación de Reconstrucción y Auxilio de Chillán, a un año del terremoto que había devastado la ciudad, recibía una sentida demanda de la población. Y es que a pesar del luto, se vivía casi con normalidad y se realizaban regularmente partidos de fútbol para lo que se pedía precisamente un campo para el desarrollo del deporte rey.

“Que la Corporación de Reconstrucción y Auxilio construya un estadio en Chillán”, se lee en enero de aquel año en las páginas de este matutino, abriendo una secuencia de publicaciones que buscaban representar ante las autoridades esa demanda ciudadana por un recinto que reemplazara al antiguo estadio construido durante el gobierno de Arturo Alessandri Palma, en el marco de su agresiva política de obras públicas para recuperar el país de las secuelas de la crisis económica de 1929. Se inauguraba así el antiguo estadio en el sector del “Arenal”, parte del área destinada al Parque Schleyer, reservorio de la naturaleza y sueño de Francisco Schleyer. Corría 1935 y Chillán Nuevo celebraba su Centenario, en un hecho que fue titulado por LA DISCUSIÓN como: “Un fuerte respaldo a la pujanza chillaneja”.

Pero el terremoto le puso un freno a todo y el estadio y a su entorno no fueron la excepción, ya que se convierte en centro de atención para la emergencia y en sus alrededores se emplazan los pabellones, que originalmente eran edificaciones transitorias, pero que terminaron albergando durante más de medio siglo a cientos de familias damnificadas. El frágil coliseo casi pasa a mejor vida, pues el terreno fue en un momento requerido desde la capital para extender las edificaciones del proceso de reconstrucción, pero el reclamo de los deportistas locales, expresado en las páginas del diario contuvo el apetito centralista y permitió conservar aquel refugio del deporte escolar, los espectáculos y de Ñublense, que en 1957 ingresó al Torneo Regional de Concepción, alternativo al del fútbol profesional y donde participaban competitivos clubes como Fernández el Vial, Lota Schwager, Vipla, Fanaloza, Naval, Fiap y Lord Cochrane, dando inicio a eternos clásicos locales cuyas alternativas eran seguidas con especial atención por la afición local en las páginas del diario. En nuestros talleres aún quedan recuerdos de esos partidos, donde el número de ejemplares impresos aumentaba exponencialmente, revelando el eterno romance de los chillanejos con los diablos rojos.

Pero la comunidad no se conformaba y seguía exigiendo el recinto que la ciudad merecía para la práctica del deporte, lo que no fue realidad sino hasta 1961, donde un argumento poderoso fue precisamente el ascenso de Ñublense a la Segunda División Profesional, ya que era una exigencia contar con cancha empastada, condición que no cumplía el viejo “Arenal”.

El terremoto de 1960 impacta a medio Chile y junto con demostrar la solidaridad ñublensina que juega partidos amistosos para recaudar dinero para los damnificados, como testimonia la edición del 28 de mayo de ese año, abre una oportunidad para el estadio chillanejo. Tal como iba a ocurrir 45 años después, una posible candidatura de Chillán como subsede del Mundial de 1962 (al ser desechada Concepción que aún se encontraba de rodillas por el sismo), hace que se aceleren los trabajos en camarines y baños. Finalmente aquella posibilidad no se concretó, pero el año 1961 se inauguraba el Estadio “Municipal de Chillán” empastado, que vio cómo Ñublense durante el torneo de ese año y de la mano del técnico uruguayo Adolfo Rodríguez, casi alcanza el ascenso.
En la década del 60 se avanza en la construcción de tribunas de cemento y hermoseamiento de su entorno y en la del 70, cuando se viven los casi ascensos de 1971 y 1973, se mejora la iluminación. En 1978, por un decreto del entonces alcalde Pedro Guzmán se cambia el nombre del recinto a Nelson Oyarzún para recordar al entrenador más afamado del cuadro Rojo, una especie de Marcelo Bielsa de la época. “Era un tipo excepcional, adelantado para su tiempo, que vivía el fútbol con pasión y que imprimía en sus equipos las ganas de salir siempre a ganar los partidos”, recuerda el ex presidente de Ñublense y actual alcalde de Chillán, Sergio Zarzar Andonie, quien aún tiene fresca en su memoria aquella noticia de LA DISCUSIÓN (11 de septiembre de 1978) que más tarde se convertiría en uno de los capítulos más emotivos de la historia del fútbol criollo: “Desde el hospital, Nelson Oyarzún les envió su charla técnica a los jugadores, dándoles ánimo a sus jugadores para vencer a Colo Colo, objetivo que finalmente cumplieron ese día (2 a 1), el mismo en que “El Consomé” dejaba este mundo para entrar al Olimpo del deporte chileno.

La modernidad borró un pedazo de historia
Para el Mundial Femenino de 2008 el campo de fútbol, que también tenía amplios espacios verdes y una pista de atletismo abierta a la comunidad, fue demolido y reemplazado por el actual y moderno recinto deportivo. Veinticinco millones de dólares se invirtieron aproximadamente en el nuevo estadio, inaugurado el 2 de noviembre de 2008 por la ex Presidenta, Michelle Bachelet.





Mirando en retrospectiva, Sergio Zarzar señala que el mítico estadio jamás debió ser demolido. “No había necesidad de hacerlo, pues con el dinero de la demolición se pudo perfectamente haber adquirido un sitio en otro sector de la ciudad. Si se hubiera tomado la decisión a tiempo en estos momentos la ciudad tendría dos estadios: uno para el fútbol amateur y los amantes del atletismo y otro como el que tenemos actualmente que ciertamente es un lujo para la ciudad”, recalca el actual alcalde de Chillán.

Le Corbusier, el más grande urbanista del siglo XX, se ofreció a diseñar la ciudad tras el terremoto de 1939.


Diario La Discusión (Francisco Martinic-Edgar Brizuela-Pedro Vicario)

Tras el terremoto del año 1939 los optimistas urbanistas nacionales y locales tenían una idea en mente: hacer de Chillán una ciudad bella y acogedora.

El desafío era grande y surgían propósitos como éste, que fue expuesto en LA DISCUSIÓN por quienes pensaban en ese entonces la ciudad: “Chillán será una de las ciudades más lindas de Chile”, señalaba un artículo del 27 de agosto de 1939.

Tras el terremoto la generación de un plan regulador se convirtió en una necesidad y para ello el año 1940 se presentó un esquema de lo que debiera ser la ciudad, en ese entonces confinada a las cuatro avenidas y con Chillán Viejo como apéndice.

El plano regulador que se proponía consideraba limitar la construcciones en una amplia faja de la Avenida Argentina desde Collín a Ecuador para que sirvieran a los obreros y menesterosos.
El tema fue analizado en múltiples reuniones de consejo municipal e incluso hubo cambios y atrasos en su entrega definitiva.

El municipio analizaba su propio plano regulador para levantar la ciudad luego de que fuera rechazada una propuesta del afamado arquitecto francés Charles Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier (en la imagen), para edificar una ciudad totalmente nueva, una suerte de Brasilia o Bonn (Alemania).

En una de sus primeras ediciones tras el terremoto y cuando se discutía la reconstrucción, el diario consignaba que “Le Corbusier ha manifestado su deseo de organizar las funciones de la vida colectiva de los sobrevivientes del terremoto, Es decir hacer los planos de las ciudades devastadas. Y todo ello gratuitamente”.
Sin embargo, las autoridades permanecieron sordas ante tamaño ofrecimiento, motivadas por el recelo de arquitectos nacionales.

Tras ello, la reconstrucción siguió un paso cansino que se demoró décadas y el plan regulador que requería la ciudad fue aprobado por el municipio no teniendo mayores cambios respecto del anterior.
La única divergencia importante según se desprende del análisis de las noticias de entonces era que algunos proponían emplazar la ciudad en otro lugar.

Finalmente, Chillán fue levantada en el lugar que sigue ocupando hasta hoy, de Le Corbusier y de sus ideas modernistas nada se supo y durante décadas la ciudad se extendió prácticamente sin control fuera de las cuatro avenidas, ocupando amplias áreas verdes, huertos y campos.

La actualidad: deuda de planificación
En 1989 se presentó se presentó el último plan regulador conocido y aprobado por el municipio y que debía haber sido renovado el año 1996. Sin embargo no fue hasta 2008 que se iniciaron las acciones para tener un nuevo instrumento de planificación territorial que definiera los usos de suelo, altura de edificios y se hiciera cargo de los males de una ciudad que había crecido sin un norte claro.

El desafío de crear el nuevo instrumento de planificación fue encargado a la consultora de Manuel Durán Iligaray el año 2008 con la intención de tenerlo listo en 2011. Pero el terremoto retrasó los planes y diversos problemas y actuaciones negligentes han dificultado que la actualización del plano regulador sea aprobada por el municipio.
El arquitecto explica que la ciudad ha experimentado un gran crecimiento demográfico en los últimos años, debido principalmente al rol jerárquico de la comuna, asociado principalmente a su oferta de servicios y equipamiento no sólo para sus habitantes, sino que también para los de comunas vecinas e incluso para otras bastante alejadas. “Esto ha generado a su vez un explosivo aumento de la oferta inmobiliaria, ocupando grandes terrenos con loteos más densos que el área central y generando diversos barrios que concentran una gran población; sólo en el sector de Los Volcanes residen más de 40.000 personas.”

Pero como no ha existido regularidad en la trama urbana desde su centro fundacional, estos loteos se han ido adaptando en forma inorgánica, lo que genera una percepción de desorden y déficit de vías para una expedita conectividad entre estos nuevos sectores y el centro de la ciudad.
En definitiva, el área urbana ha sido sobrepasada, quedando solamente disponibles terrenos bastante limitados hacia el oriente, poniente y el norte y que considerando la demanda de suelo -estimada para Chillán en más de 1.000 hectáreas- son insuficientes.