lunes, 24 de junio de 2013

EL BANCO de CHILLÁN

p. Marco Aurelio Reyes Coca
Crónicas Chillanejas. / Chillán atiguo.



Es bueno recordar que alguna vez existió un "Banco de Chillán", entre 1956 y 1972, es decir, casi ayer. Hoy  un variedad de casas bancarias, han pasado, desaparecido y algunas  instituciones tradicionales como BancoEstado (ex Banco del Estado), Banco Chile, han permanecido a los avatares del destino.

Esta institución bancaria local, fundada en abril de 1956, mantuvo una rancia tradición bancaria en la ciudad desde 1868. El "Banco de Chillán" tuvo como primer presidente a sr. Juan Giner G. y como directores srs. Mario Costa. jorge Friedl, Alfonso Lagos Villar, Ocatvio Larrere, Jorge Gaspar marín, Juvenal Olalade, José vallejo y Nicanor Eguiluz Zanartu. DEsde sus inicios fue eficaz instrumento crediticio, y a un año desde su creación colocaba en el mercado 220 millones de pesos de la época.

A un ritmo tan creciente, tuvo que construir su propia casa matriz, frente a la Plaza de Armas, bajo la presidencia del sr. Jorge Friedl. Durante sus 16 años de existencia fue sufriendo un proceso de desidentidad, al predominar entre sus accionistas personas ajenas a Chillán y a la agricultura, que se suponía debía ser su prioridad.

A 10 años de su fundación, figuraban entre los 756 accionistas poseedores de 500.000 acciones sólo algunos chillanejos, destacando Oscar Jara, dueño de la ex-farmacia" Francesa". Por esta misma razón, en 1970, de los 28 millones de pesos captados, solo colocaba 16 millones de pesos, cantidad bastante lejana a los 220 millones que había colocado en 1957, tan solo a un año de su creación. Por si no quedaban dudas sobre la orientación que adquiría, baste indicar que sobre el 3% de esas colocaciones correspondían a documentos descontables, tan típicos de agricultores y comerciantes que no están precisamente en una situación boyante.


Así, no pudo extrañar a nadie que en 1972, nuestro "Banco Chillán" fuera fagocitado por el Banco Concepción, que pronto tomaría carácter nacional. En esa y otras instituciones fenecía, una vez más, el espíritu localista y regionalista. La historia de esa institución bancaria, que fuera auténticamente chillaneja, es conocida por todos merced a la globalización y transnacionalización de los mercados. Del "Banco Chillán" solo quedaba un hermoso recuerdo del sueño de una noche de otoño...

domingo, 23 de junio de 2013

HOSPITAL de CHILLAN (entre 1835 y 1877)

un poco de historia)…
El Hospital San Juan de Dios, fue fundado en 1791 por José Gambino y Fray Rosauro Acuña, que debió dar paso en 1835 a un nuevo hospital en el "pueblo nuevo" debido al traslado de la ciudad.

p. Marco Aurelio Reyes Coca / Chillán Antiguo

El hospital de la nueva ciudad se levantó en los terrenos donados por Darío Arrau Lagos, entre la cañada del Poniente (hoy Av. Brasil), Itata, Las Rosas y Gamero. Atendido por religiosas, se sustentaba con la subvención estatal y el especial aportes de una serie de filántropos, como se estilaba en aquel entonces, entre ellos. La dama María Irizar, contribuye con su fundo "La Hijuela de Niblinto"...




En 1860, un grupo de distinguidas damas era la Sociedad de Señoras de Beneficiencia, voluntarias para asistir enfermos y generar recursos. En 1886 nace la Junta Provincial de Beneficiencia encargada de administrar el Hospital, el Hospicio, la Casa de Huerfanos y el Lazareto. Todas las instituciones nacian gracias a las donaciones de generosas personas de la sociedad. Entre ellas José Miguel Mieres, que donó 4 mil pesos oro para la creacion del Hospicio. La Junta estaba integrada por Ignacio Brunet, el Dr. Pelegrin Martin, Nicolás Álamos, Bernardo Paredes y Francisco Valdés. Esta institución fue antecesora actual del Servicio de Salud.

Algunos otros benefectores de entonces fueron Manuel Unzueta Arrau que donó los fundos "El Alazán" y "Santa Rita" (no se andaban con "chicas" nuestros chillanejos antiguos....tenían una capacidad de desprendimiento que ya lo quisieramos hoy en día..)

Darío Arrau, entregó su fundo "Romeral" con fines de beneficiencia. En 1868 se realizó una campaña para edificar la Casa de Huerfanos, destacando una función benéfica de los acróbatas del Circo Walker que rindió $414. Existía un fuerte compromiso de la sociedad. (leer Crónicas Chillanejas del prof. Marco Aurelio Reyes)

El hospital poseía una capacidad para 60 pacientes y pronto se hizo estrecho frente al crecimiento de la población. El Gobierno decidió aportar fondos para construir un nuevo hospital en los mismos terrenos del "San Juan de Dios" para que sirviera a los dos Chillanes. La construcción que incluyó a la Capilla de San Juan de Dios (hoy Monumento Nacional), se realizó sobre los planos del ingeniero Manuel Munita, a un costo de $ 70.000, siendo inaugurado el 8 de diciembre de 1877.

Cronología
Colonia / Independencia. Funciona el Hospital San Juan de Dios
1791 - 1945 , desde 1835 de forma paralela cubriendo las necesidades del pueblo viejo.
Hospial Chillan Nuevo / 1835 - 1877
Hospital San Juan de Dios 1877 - 1945
Hospital Herminda martin 1945 hasta la fecha actual.

EL CHIFLÓN del DIABLO

p. Marco Aurelio Reyes Coca


Hace 50 años, la avenida Ecuador, entre Lumaco y Francia, al costado norte de la vía del trencito a Recinto, era un barrio bravo y peligroso. Dos puntos negros avalaban el asero: “Chiflón del Diablo”, entre Lumaco y el Rancherío avenida Francia, justo en la misma salida norte de la ciudad.
El Chiflón del diablo, correspondía a la llamada Población Caridi, un intrincado callejón sin salida donde se fueron instalando, poco a poco, viviendas de emergencias edificadas con tablas y deshechos, en medio del lodazal o barrial según fuera la estación del año. Llegaron carretones, cocheros, areneros, cargadores, choferes, ripieros, ambulantes, artesanos, lavanderas o domesticas, mezclados para su desgracia, con el lumpen.  Dueño del peladero era don Humberto Caridi, cuya fábrica de tallarines se ubicaba enfrente, para usar mano de obra entre los pobladores.

Al final del Chiflón del Diablo, se encontraban las pesebreras de las pompas fúnebres de la familia Chico, la cual contribuía a confundir aún más los límites de la vida infrahumano de los habitantes del baldío.

Carentes de todo servicio básico, la vida –se así se puede llamársela- transcurría entre la explotación laboral de hombres y mujeres, del rumiar la pobreza, del alcoholismo, rencillas y penitencias, y del palomillerío que correteaba el trencito a Recinto hasta la parada de “Cruz de Rifo” o bien chapuzando en el Canal de la luz. Se mezclaban don Segundo “El Ripiero”, el mimbrero “Pate e Palo” y  su “Juana Borracha”, el “Duende de los `pollos”, el “Calambre” caído de un puntazo, o bién, Rosalino Opazo, “El Gitano”, un camionero amigo de los zíngaros que pasaban su temporada chillaneja junto al “Chiflón del Diablo”, un submundo por el resto de los habitantes de la ciudad.

El “Rancherío” de avenida Francia, entre los canales chico y el de la luz, no sólo proveía de mano de obra el molino San Pedro, en la Cruz de Rifo, sino que también a los malandrines, aumentando así la mala fama del sector. Punto neurálgico era “El Negro Bueno”, antro de guapos delincuentes y vagos, donde las riñas a “chuzazos” era el pan nuestro de cada día, por lo cual ni los Carabineros entraban, por precaución. Para que hablar de los “afuerinos”. Famoso fue el pendenciero “Santa Elvira”, asi bautizado por los incautos carretoneros del pan, la leche o las verduras a quienes cobraba “peaje” diariamente. Tampoco podía faltar entre esa fauna un “pelao pleiteador” como el famoso José Leiva.

Estos sectores eran tan frágiles en sus condiciones de vida, que al regidos Vitaliano Pedrero se le consideraba un benefactor por haberles conseguido pilones de agua, condición primaria para vida humana que casi no conocían.

La peligrosidad del barrio quedó testimoniada en las páginas de La Discusión: “la venta desmesurada de bebidas alcohólicas ha dado margen a pendencias y robos en el cruce de la calle 5 de abril, por la existencia de expendios clandestinos de alcohol abiertos hasta horas de la madrugada” (30 de junio de 1958). O esta otra antología: “Por solicitud de la Intendencia, Carabineros de Chile deberá intensificar la vigilancia en 5 de abril al norte, debido a los frecuentes asaltos de más actos delictuales” (2 de julio de 1958). Para que explicar tales noticias.


Este peligroso y abandonado sector poblacional fue cayendo ante el progreso.  Algunos de los más desvalidos fueron trasladados en la década de los 70, hacia el “Barrio Chino”, otro punto negro que pareció heredar la mala reputación del “Chiflón del Diablo” y del “Rancherío” de la avenida Francia de hace medio siglo.

viernes, 21 de junio de 2013

TANAGRA & CHILLÁN






TANAGRA & CHILLÁN

p. Máximo Beltrán

Chillán, bendita sea su memoria, construida, destruida, saqueada, pero como un  “ave fénix”, ha retornado  desde las cenizas muchas veces, quizás la impronta del chillanejo lleve el ingrediente del  sinsabor de aquellos recuerdos.

Fueron los nuestros que se levantaron en 1655, en 1751, en 1835, y en 1939, cuatro fechas decidoras del temple chillanejo que corre silencioso por las calles de Chillán; no llevamos el rótulo de mártires, nuestros fantasmas ya acusan y reciben esas glorias, y los historiadores en la medida de lo posible y de lo no posible han escrito muchas páginas de los bemoles y tránsitos desde que nuestros padres se asentaron en el Valle del Itata con todos los sueños de la diáspora, con todos los sueños de una nueva tierra, con todos los sueños de formar un nuevo mundo….

Así, entre viajes de aventura, y a escondidas …(el que lo entienda, no lo profane)…entre inmigraciones disímiles se fue formando nuestra historia, que no es mejor ni peor que otro pueblo, es lisa y llanamente nuestra historia.  Todos nuestros padres, de las diferentes comunidades trajeron  solo las llaves, mudo símbolo para abrir en este nuevo mundo las nuevas construcciones que levantarían una y mil veces con la ayuda de Di-s.

A intervalos de cien años, como un sino escrito por algo superior, Chillan se va destruyendo y con eso también sus recuerdos. Sus anclajes físicos que nos atan a la memoria, memoria a veces frágil que dura solo una generación  y si no tenemos el reguardo de traspasarla, se muere.  En ese accionar de hacer ciudad, muchas instituciones han pasado, otras permanecen y solo algunas seguirán.

Dentro de las instituciones que han existido, existen y existirán en la amada ciudad de Chillan, se encuentra  la Corporación Grupo Tanagra, bendita sea su memoria;  heredera  de la Sociedad de Bellas Artes Tanagra , otrora Grupo Tanagra. Institución que ha tenido el respiro de los viejos, tranquilidad, paso a paso, silenciosa,  guardiana y cómplice; porque para ser grande no se requiere gritar sino estar atento como un padre al devenir histórico de la ciudad.

Con esa metodología de los padres como Carlos Dorliahc, Gumercindo Oyarzo, Noemí Mourgues, Angelino Gebauer, Jorge Chaves,  Berta Delepine, Darío Brunet, Marta Colvin, Hena Sepúlveda, Raúl Cabrera, Alfredo Cabrera, Fidelina Rayo, Helga Yufer, Virgilio Caprile, Manuel Villaseca, Ester Mendoza, Ramón Toro, Yolanda Molina, Guillermo Aravena, Eduardo Torres, Baltasar Hernández;  la lista es interminable, pido disculpas porque la memoria escrita ha sido infáme con los recuerdos.

Recordemos a este puñado de vidas selectas, los nombrados y los ausentes; que no están solos en este recuerdo; la comunión de espíritu en que vivieron junto a los que en este día pónense de pie en el lindero de lo desconocido, para dialogar con ellos en este día de recuerdos y gratitud por lo obrado.
No me cabe la menor duda que están con nosotros, como estuvieron 80 años atrás, para recordar los comienzos humildes, de sacrificios, caminos ásperos y la gloria de una edad institucional donde los que abonaron este pedazo de tierra cruzaron más allá de la línea medianera.

A todos estos grandes maestros que partieron se une una pléyade de hombres y mujeres que sin pensar en si han dado  forma a un Templo Simbólico del Arte,  guardianes de una las colecciones privadas de la ciudad más completas, porque relata la historia de un pueblo, aquí no se trata de lo bello por lo bello, sino de lo nuestro, por lo nuestro, así se escribe y relata la memoria, ese concepto tan frágil que nuestros padres atesoraron para el goce de los que vendrían. Porque el Arte no es egoísta, el arte es entrega y compromiso; ese  es el “motivo de vida” de la Corporación Grupo Tanagra.

Atesoramos en nuestra historia, los desvelos del desarraigo, a falta de un espacio, el arraigo a nuestro patrimonio ha sido piedra angular de nuestra existencia, la historia de Chillan está escrita en nuestras murallas simbólicas.

Municipalidad, Teatro Municipal, Universidades, Casa de Socios  han sido  nuestros hogares, desde el desalojo en la década de los 60 cuando la Casa del Arte; obra y trabajo de todos los chillanejos  e instituciones culturales de Chillán; pasa a ser casa momentánea de la Universidad de Chile hoy Universidad del Bio Bio…Los ajetreos de la historia, y la búsqueda sin animosidad de respuestas, ha provocado en TANAGRA el arraigo a su historia, cuando hojeamos los libros de Tanagra, nos sumergimos en la memoria de Chillan, como se va construyendo ciudad, es que Tanagra escribe y describe la Historia de Chillán…. donde los protagonistas muchas veces fueron hombres, sin ataduras, sin memoria, no nuestros, que manejaron arbitrariamente nuestro patrimonio; eran otros tiempos, así, a pesar del desalojo, sorteamos airosos como buenos chillanejos, el sino de nuestro destino….

Hoy, con la mirada tranquila que solo lo otorga el tiempo y lo bien obrado;  estamos próximo a otro gran desalojo, es que nos fuimos preocupando del alimento espiritual de Chillan y despreocupamos la casa, tan acostumbrados a sortear airosos tantas diásporas.

Pero el hilo de oro que todo lo hilvana sigue  su trabajo críptico, ya que de manera sempiterna recibimos día a día obras de diferentes artistas y vecinos, que han entendido que la vida es “tan solo dos días” y la memoria una eternidad. De esa forma hemos llegado a formar un patrimonio visual que por lo dicho anteriormente le pertenece a toda la ciudad, siendo un  verdadero  museo visual a la altura de las grandes ciudades.

Tanagra es Chillán; Chillan es Tanagra, lo dicen sus murallas simbólicas. Y retomando la idea  inicial…”Chillán, bendita sea su memoria, quizás la impronta del chillanejo y sus instituciones  lleve el ingrediente del  sinsabor del desalojo, del desarraigo, pero de la atadura más fuerte que ni cuatro desolaciones pudieron quebrarnos; el ARRAIGO a nuestra ciudad y el DESARRAIGO a perdernos , a no sabernos y  temerosos de las asimilaciones.

Aquí estamos.



martes, 18 de junio de 2013

Restauración FOTOGRAFICA / p. Máximo Beltrán


Rescata tu fotografía de los  baúles, y recupera la  memoria y trasmítela a los tuyos...suele suceder que extraviamos sin querer los recuerdos y dejamos para el último momento ese pedazo añejo de papel  con sus rostros borrosos y sus nombres ya casi en el olvido.


Como una forma de rescatar los recuerdos, ofrece a la comunidad el servicio de restauración fotográfica, comunicarse con el correo máximo.beltran@gmail.com



















"Esos  recuerdos iconográficos, son huellas que nos dejaron, 
de tal manera que al regresar sepamos dónde quedamos. 
Por tanto, debemos ver aquellos recuerdos no como una reliquia del pasado, 
sino como catalizadora de futuro...
Nuestros recuerdos son un pretexto, 
una excusa para viajar al encuentro de lo que somos..."

(Máximo Beltrán)

domingo, 16 de junio de 2013

La Casa Etchevers






Se nos fue mayo y con él, el llamado “Mes del Patrimonio”. En Chillán se desarrolló un programa extenso e intenso, con charlas ilustrativas, con visitas a diferentes lugares considerados patrimoniales y con una tímida campaña comunicacional alusiva.

Todo eso, muy bien. Hacía falta en una ciudad como Chillán, con tres o cuatro “fundaciones” en su Historia. Es de esperar que aquellos ímpetus surgidos gracias a la creación de la Unidad Municipal de Patrimonio, no se duerman ni se queden en las puras intenciones.

Vemos el revuelo que se levantó con los famosos “túneles” de la Avenida O’Higgins, que siguen allí, sin visitas mayores ni acciones concretas de estudio y preservación. Y eso que en un primer informe técnico conocido, se estableció la valía del hallazgo, datada en los comienzos del Siglo XIX. La pavimentación de la avenida quedó entonces en receso, mientras se espera una acción contundente por parte de las autoridades de nivel nacional. A todo esto, las molestias para los transeúntes se mantienen, viendo cómo el “progreso” ni las definitivas acciones de preservación patrimonial no terminan de llegar.

Por ahora, me he quedado con un icono interesante: la Casa Etchevers. El precioso edificio ubicado en Constitución esquina de Isabel Riquelme, que hoy ocupa una caja de compensación, es en sí un elemento del patrimonio material de gran valor. Pero su historial, sus sucesivos destinos y funciones, constituyen también un elemento patrimonial inmaterial destacable en nuestra historia urbana.

A comienzos del siglo XX, llegó a Chillán un inmigrante francés de apellido Etchevers, que se estableció en nuestra ciudad y que, a fuerza de constancia, iniciativa y gestión, consiguió hacerse un espacio social y económico destacable. Padre de 12 hijos, mandó a construir una vivienda cómoda, amplia y moderna. Uno de sus hijos fue el arquitecto que desplegó sus talentos y creatividad, basados en sus conocimientos de lo que se hacía en Europa.

Al fallecimiento de este franco-chillanejo, su viuda quiso perpetuar su memoria destinando la ya llamada “Casa Etchevers” para una obra de bien público. A comienzos de los años 70, bajo el Gobierno de Salvador Allende, ese edificio se transformó en el “Hogar de la Mujer Campesina”, residencia que recibía a las mujeres de nuestros campos que venían a dar a luz en nuestra ciudad y que carecían de recursos.
Tres el Golpe Militar de 1973, y con los herederos Etchevers diseminados por el mundo, el proyecto inicial de bien público fue cambiado abruptamente y el edificio pasó por senderos oscuros de propiedad privada. Hasta hoy, que se yergue monumental en la esquina citada, como testimonio del modernismo arquitectónico que llegó a Chillán, cuando la cultura golpeaba a las puertas de esta ciudad tantas veces reconstruida.


p. Miguel Angel San Martin.